Aparecen por oleadas, estudiadamente organizados. Con varios medios de comunicación a su servicio. Con parte del poder político detrás, nunca de frente. Son los esbirros de un ejército civil con tiempo libre, presupuesto económico bien dotado y una hoja de ruta. Llevan años insistiendo, manipulando información y datos, interpretando las leyes como les place, tratando de movilizar a la opinión pública e hibernando de vez en cuando para regresar con nuevos argumentos. El último, el ’’destrozo a la huella islámica”’ que la Reconquista, periodo histórico que odian, y la Iglesia , por la que obviamente no sienten simpatía, realizaron durante siglos en la mezquita, en la actualidad y desde hace 785 años catedral cristiana. Para ello publican vastos artículos con testimonios de catedráticos a medida, tesis mil veces repetidas y muchas más veces contestadas y desmentidas con rigor histórico, no revisionista.

El último ejemplo de la insistencia fue durante la presentación del futuro centro de visitantes en las instalaciones del palacio episcopal, donde parte del ejército adiestrado, soldados disfrazados de periodistas, volvieron a preguntar por publicaciones aparecidas últimamente «en algunos medios» en las que se afirmaba que se pretendía anular el pasado islámico del monumento.

Fueron convenientemente respondidos, una vez más desde el rigor: «La realidad es que el Cabildo Catedral no ha trabajado nunca sobre esa tesis» y se recordó que «desde el obispo Trevilla [1805-1832], que fue el primer en dar luz al mihrab retirando un retablo, todo lo que se ha hecho ha sido recuperar la belleza original del monumento».

Pero les da igual. Son obcecados y están bien financiados. Pero quieren más, aun insistiendo en las mentiras.