Se le echa de menos
«En la actualidad se necesita un Lázaro Carreter como el comer. Es injusto que el pernicioso relativismo esté acabando con el buen hablar y con el mejor escribir»
La condición humana ha decidido que cuando alguien fallece se le busca sustituto, si puede ser. Da igual que sea como referencia vital que como destinatario de nuestros afectos, porque lo importante en no sentirse solo.
Hay veces en las que la búsqueda de este sustituto nos encamina hacia un caso mejor; en otras, en cambio, no se encuentra nada que esté a la altura y en muchos casos, en las de los que se debiera, el resultado es desolador, porque nadie cubre con un mínimo de dignidad el hueco dejado.
Este es el caso del académico Fernando Lázaro Carreter, desaparecido hace casi dos décadas y del que en este fin de semana se cumple el centenario de su nacimiento. La huella que, de una u otra manera, dejó en varias generaciones de españoles para hacer un uso correcto de nuestra lengua no ha encontrado suplente en estos 20 años y bien que se nota en la forma de expresión que está desgraciadamente generalizada en la actualidad.
Este académico tuvo una primera fase docente en la que no sólo instruyó a sus alumnos directos, sino que como autor de numerosos libros de texto sus enseñanzas llegaban hasta los más lejanos rincones. Después le llegó la faceta de divulgador, en la que alcanzó una resonante popularidad. Sus artículos titulados ‘El dardo en la palabra’ llegaron a ser de los más seguidos en la prensa nacional tanto por la cantidad de enseñanza que contenían como por el sentido del humor que los impregnaba. Vamos, que al leerlos no sólo se echaba un buen rato sino que además se aprendía algo, que es lo que importa.
Publicó dos gruesos tomos con ese nombre que se situaron en la cúspide de los libros más leídos del momento, algo impensable en nuestros tiempos, donde el analfabetismo ilustrado hace que se confunda «gente bien» con «gente de bien» y nadie se ruborice. La de punta que le habría sacado don Fernando a esta muestra de incultura. Lo que nos hubiésemos divertido con el artículo que habría escrito, pleno de ingenio, enseñanza y retranca.
En la actualidad se necesita un Lázaro Carreter como el comer. Es injusto que el pernicioso relativismo esté acabando con el buen hablar y con el mejor escribir. Esta regresión se está haciendo de forma silenciosa, sin alharacas, para que no se note mucho la pérdida de calidad en la expresión. Ponga la tele, enciendan la radio y no pasarán más de cinco minutos en los que habrá escuchado más de una frase sin verbo, la mutilación de los artículos determinados o mil aberraciones más que hoy día se dan por buenas y que a Lázaro Carreter le harían desplegar sin miramientos su contundente artillería argumental.
Visto lo visto, ahora sería imposible que el sistema educativo volviera a unos manuales con la calidad que tenían los de don Fernando, pero sí se podría poner de moda el gusto por la buena expresión, que para eso el español se las pinta solo. Lo mismo que en los años 90 fue todo un fenómeno popular ‘El dardo en la palabra’ ahora se necesita, con más urgencia aún, su regreso. Mientras tanto, a la espera de su sustituto, seguimos echándolo de menos.