Los que pretendan ver algún tipo de audacia en la repentina convocatoria de elecciones generales realizada por Pedro Sánchez quizá se equivoquen, salvo que quieran calificar de audaz lo que no es sino un ejemplo más de cómo Pedro Sánchez y su PSOE entienden la democracia de manera unipersonal, interesada, egoísta, voluble y sobre todo peligrosa para el propio sistema democrático, el que nos ha permitido incluso que España tenga que sufrir a Pedro Sánchez, su gobierno destructor a golpe de decreto ley y apoyado por unos socios que no vamos a repetir aquí quiénes son y lo que suponen.

En el cálculo a la desesperada- que no audaz- de Sánchez cuenta el periodo vacacional que significa julio y sobre todo, las altas temperaturas que en gran parte de España y sobre todo en el sur, padecemos. Supone el taimado presidente que será una posible abstención, por las altas temperaturas o las vacaciones, algo que le beneficie en una convocatoria no pensada para el pueblo sino para su personalista sentido del país y la política.

En Córdoba, donde sabemos bien qué es y cómo se sufre un mes de julio, desde el Ayuntamiento se ha anunciado que facilitarán aires acondicionados para los colegios electorales, medida que es de agradecer pero que debería ser innecesaria si los cordobeses, como el resto de españoles , no se amedrentan ante el calor- no solemos hacerlo- y se toman ese día no solo como una jornada electoral más sino como la manera de responder a una afrenta y tomadura de pelo a la gente, otra más, del más nefasto presidente que la historia democrática de España ha conocido.

Y votar personalmente en el colegio electoral, porque otro de los logros del socialismo sanchista ha sido que el voto por correo se convierta también en objeto de sospecha tras los recientes casos conocidos de presunta compra de votos. De un presidente que convoca elecciones de esta manera, un pucherazo es poco de lo mucho y malo que se puede esperar de él.