No ha comenzado el curso escolar y ya estamos pensando en los Reyes Magos. En la cabalgata municipal, en concreto. Si la del cinco de enero es la mágica noche de la ilusión de los niños, en su envés mundano se convierte en el oscuro objeto de los estrategas políticos, y que me disculpen los estrategas. La cabalgata cada año es el motivo para las chanzas populares y la crítica varia. Los Reyes nunca cabalgan al gusto de todos y en Córdoba, en concreto, hemos llegado a ver hasta dragones chinos desfilando, sin necesidad de consumir sustancias psicotrópicas, solo por la progresista generosidad del equipo de gobierno encargado en aquel año.

Desconozco si en el resto de España la cabalgata pasa y ya está. Al día lectivo siguiente en el pleno ordinario estarán repartiéndose caramelos, discutiendo sobre ordenanzas de limpieza viaria o la subida del recibo del agua potable. Pero aquí la resaca real nos dura mínimo una semana. En esta ocasión amenaza con empezar antes la borrachera, desde que el equipo de gobierno, respaldado por una mayoría absoluta, comenzara de manera expeditiva a resolver asuntos sin esperar los cien días esos: la base logística, el cinturón verde y la cabalgata de reyes. De momento se buscó, según informaron, una empresa especializada en carrozas, con sede en Ciudad Real. Esta semana anunciaron la externalización de la organización del evento (al modo y manera malagueño) lo que quiere decir que comienza a verse cierto desparpajo liberal en el asunto. Los grupos y asociaciones populares tienen su peso en la ciudad y son importantes, pero hay cosas en las que ponen más voluntad que acierto. Sale más barato, quizá, pero es bueno contar con profesionales de lo suyo. Más que nada para que los profesionales en lo suyo, como organizar cabalgatas de reyes o de futbolistas feministas, puedan hacer frente a la cuota de autónomos, el impuesto de sociedades y el IVA trimestral sin morir civil y fiscalmente en el intento.

No se le puede negar al alcalde actual que no piense en la noche de la ilusión, él que además tiene hijas aún en edad de ser niñas. Bellido hasta buscó globos aerostáticos en su momento para que los reyes magos se paseasen cuando lo de las restricciones por el coronavirus. Ver, lo que se dice ver, vimos poco, pero la intención se agradeció.

Tras la manta de quejas y pitos después de la última edición es normal que se pensase en cambiar definitivamente el modelo, algo que se venía pidiendo – así, de forma general- desde hace años. Y más cuando el presidente de la Federación de Peñas más o menos vino a decir como Rhett Butler en Lo que el viento se llevó: «Sinceramente queridos, que os zurzan».

El caso es que es una buena noticia que en septiembre el asunto comience a estar resuelto y obviamente, como ya han anunciado la oposición que va a hacer, vigilantes del gasto y los dineros públicos. Sería oportuno señalar que no todo puede ser un problema: cuando se tarda porque se tarda y cuando se agiliza porque se va corriendo. Demos una oportunidad al cambio. De todas maneras, dentro de unos años los niños estarán viendo la cabalgata por el móvil sin más ilusión que colgar el vídeo en Tik Tok. Y los padres, ya no serán los reyes sino republicanos transversales de la España federal.