El perol sideralAlfredo Martín-Górriz

Criaturas del averno: la loba solitaria feminista

Como diría el gran humorista gaditano Antonio Reguera, situamos la acción el pasado sábado 16 de septiembre. Córdoba. Interior. Día. José Antonio Montano presentaba sus diarios de juventud en La República de las Letras. Se trata de Oficio Pasajero, publicado por Sr. Scott, editorial de más que recomendable seguimiento. Coincidía el final de su gira con el primer evento de la librería en su nueva etapa. Al frente, Sonia Casado y Paco Zamorano. Ambos evitaron su cierre, previsto para finales de junio. Una feliz e inesperada conjunción.

Pero había más. José Antonio Montano, escritor tan sobresaliente que ni siquiera necesita publicar novelas ni poesía, iba a contar con la presentación de Miguel Gómez Losada, verdadero pintor cordobés, y empleo verdadero tanto para certificar su talento como situarlo justo en el extremo contrario de cualquiera de los muchos impostores que pululan en el llamado a sí mismo mundo de la cultura. Para colmo bajaban las temperaturas tras un verano con tropecientos días por encima de los 40 grados y la conclusión del acto sería a la hora del vermú. ¿Qué más se puede pedir?

En la conversación entre ambos se hablaba de atardeceres y silencios, se hablaba de Umbral y Savater, se hablaba de Duchamp y Woody Allen… en un momento determinado, el presentador preguntó sobre quién ofrecía una visión de España más precisa, ¿Almodóvar, Santiago Segura o Berlanga?

No hubo tiempo para la respuesta. Repanchingada en la segunda fila como si fuera un chaise longue, interrumpió el acto una figura impensable e inesperada: la loba solitaria feminista.

Esta espectadora no dudó en cortar por lo sano, increpando a los dos protagonistas por no mencionar a mujeres durante su charla, que llevaba por cierto bien poco. Reiteró lo mismo varias veces en su indignación, solicitando la presencia de féminas que acompañasen a esos prohombres. Tras un pequeño rifirrafe, sus reclamaciones fueron respondidas con el lógico enfado del escritor, que supo salir del paso con ingenio, encauzando un ambiente verdaderamente enrarecido que por instantes pudo resolverse con la suspensión del acto.

Si ya conocíamos la existencia de organizaciones, organizaciones nodriza, grupos aliados, grupos afiliados, comandos y células o redes para expandir esa ideología, con la forma concreta de gobiernos de superpotencias, organismos internacionales, medios de comunicación de masas, mundo del entretenimiento, gobiernos de naciones pequeñas y organismos locales de todo tipo (institutos, observatorios), no contábamos con lo que nos quedaba por ver: lobas solitarias. También habrá lobos o lobes, suponemos, según la autopercepción de cada cual. O incluso lobas atrapadas en el cuerpo de un lince ibérico.

Habremos de estar atentos por tanto a las acciones de estos individuos, capaces de arruinar a partir de ahora presentaciones de libros, estrenos de películas, exposiciones de pintura, recitales poéticos, conciertos, obras de teatro o actividades de divulgación científica. Vedlos. Extremistas sin líderes ni estructuras que se mueven como sombras entre librerías y cines, entre museos y escenarios, siempre prestos a boicotear el evento cultural con dos armas terribles: el dedito alzado y la retahíla de afrentas. Seres letales pegados a una bomba de coñazo dispuesta a explotar en cualquier momento y devastar todo ámbito de urbanidad, concordia y educación.

Las lobas solitarias feministas lo demuestran. Ya no hay escapatoria. Reunamos todos los víveres que podamos y huyamos a la España vaciada en patinete.