De comienzo en comienzoElena Murillo

Las fiestas de la Virgen en septiembre

Un mes que finalizará con la fiesta de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, mensajeros de Dios e inspiración para nosotros

A punto de culminar septiembre, ya se ha vivido el preludio del nuevo curso cofrade. Ha emanado de manera especial en nuestra ciudad un tiempo que homenajea a María y que viene a demostrar que no solamente encuentra en mayo su momento más representativo. No cabe duda, nuestra tierra es mariana por excelencia; así lo demuestran los cultos y actos de piedad celebrados en honor a la Virgen a lo largo del mes.

El día ocho, con la Festividad de la Natividad de la Virgen María, tomaba los nombres de Piedad y Villaviciosa, Estrella y Nazarena y, cómo no, Fuensanta. Fuensanta en la catedral y en su santuario, con agua bendita en el pocito y tintineo de campanitas en las manos de los chiquillos.

Unas jornadas después, llegaba el Dulce Nombre de María; día de celebración para muchas mujeres que reciben el nombre de esta tierna advocación. Y tres días más tarde la fiesta hacía referencia al dolor sufrido por la Virgen, Nuestra Señora de los Dolores, que también tiene múltiples denominaciones. Para mí, esta aflicción es Soledad; el reflejo de una congoja infinita y la más absoluta derrota. Dolor y gloria se unían en Divina Pastora, Rayo, Angustias o Lágrimas.

No hay mes de septiembre que no lleve grabado el nombre de Nuestra Señora de las Mercedes, la Virgen de la Merced, la Virgen Redentora, a la que hace un año dediqué estos versos: Que eres el centro, Merced, / nadie lo puede negar; / sigue rezando por todos / los que no tienen libertad / en tantas esclavitudes / que tiene el mundo actual.

Y el colofón de este homenaje a María llegaba con la Virgen del Socorro este último domingo. Precioso observar el calor de los vecinos en la plaza de la Almagra y la calle del Poyo dándose el relevo para que el camino de su Protectora estuviera acompañado de una constante lluvia de pétalos. Decir Socorro es más que hablar de la Alcaldesa Perpetua, de la Reina de la Plaza y de tantos calificativos con los que se le conoce en nuestra ciudad. Con sus altos y bajos, esta devoción que me ha atraído desde hace muchos años, es de las que más recuerdos deja en este inicio del otoño. Decir Socorro es recoger el bullicio de un mercado, la alegría reflejada en las luces de unos fuegos artificiales que fueron su seña de identidad, y también el recuerdo a las personas que tan cerca de Ella estuvieron. Siempre guardará el corazón los innumerables momentos vividos junto al «Preciosos», mi querido y añorado Miguel, fiel devoto de la Reina de la Corredera y al que seguiré evocando más que nunca cada vez que la Virgen del Socorro nos impregne con el olor a nardos que marca un nuevo aniversario de su partida.

También tuvieron su lugar en septiembre Desamparados y Araceli, un mes que finalizará con la fiesta de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, mensajeros de Dios e inspiración para nosotros.