Lo que no son cuentas, son cuentosSamuel Díaz

Donde hay una necesidad, no puede nacer un derecho

“La filosofía de la justicia social es un cheque en blanco para darle poder al gobiernoThomas Sowell

Todas las reivindicaciones sociales tienen como objetivo conseguir, a través de la famosa «justicia social», que toda necesidad reclamada por los diferentes círculos y sectores de la sociedad se transforme en derecho. Como he analizado en este medio en numerosas ocasiones, el poder político encargado de velar por que las cotas de «justicia social» sean las mayores posibles se rige en todas y cada una de sus medidas por el cortoplacismo más absoluto.

La idea de que donde hay una necesidad nace un derecho es tremendamente peligrosa y ha propiciado que nuestro país se encuentre totalmente polarizado en cuestiones económicas y sociales. Las necesidades son infinitas y los derechos alguien los tiene que pagar, y el problema es que los recursos son finitos. Por lo tanto, frente a la situación de necesidades infinitas y recursos finitos aparece un conflicto que desde el intervencionismo político es imposible resolver, ya que para resolverlo correctamente acudiendo al intervencionismo estatal, como describía el economista austríaco Hayek en su obra La Fatal Arrogancia (1988), se debe ser completamente omnisciente, omnipresente y omnipotente. Es decir, hay que ser Dios. Y aunque se lo crean, no lo son.

Sin embargo, lo que ha demostrado a lo largo de la historia ser la solución a esa eterna lucha no es más que aplicar la libertad de precios y propiedad privada, que es el mecanismo que a lo largo de los dos últimos siglos ha conseguido que la pobreza extrema pase de aglutinar en 1820 a más del 85% de la población mundial a que, en la actualidad, ese porcentaje se sitúe en tasas menores del 11%.

Por si fuese poco, hace unas semanas se hizo viral un artículo de la redactora Alejandra Olcese en el diario El Mundo que se titulaba «La mitad de los adultos del país no trabaja»

El titular no deja lugar a dudas y plasma de forma brillante y rigurosa la situación que atraviesa nuestro país en estos momentos. Creo que no debe ser difícil estar de acuerdo que es una tremenda injusticia social que una mitad del país trabaje y se esfuerce por la otra mitad ¿verdad? Creo que no debe ser difícil estar de acuerdo en que el Estado cuando cuenta con tanta influencia sobre la economía, lo único que consigue es generar más necesidades en lugar de cubrir derechos. Más arriba les expuse el porqué.

Nada es gratis, y sí, este tema genera y generará mucha controversia. Entiendo que pueda ser objeto de opinión y debate el hecho de cómo repartir los recursos, como repartir la riqueza… pero ¿Cómo se reparte la riqueza antes de crearla? ¿Cómo puede esconderse bajo el velo de la «justicia social» los actos más injustos y violentos por parte del poder? Ya lo decía Thomas Sowell; «La filosofía de la justicia social es un cheque en blanco para darle poder al gobierno» Queridos lectores, ese cheque en blanco a España se le agota.