Se acaba de celebrar en nuestra ciudad un evento musical que ha venido a denominarse Magna «La música de la Pasión». El adjetivo magno ya me resulta algo manido, un término del que se ha abusado demasiado para darle nombre a diferentes eventos cofrades. No deja de ser evidente que alude a algo grande o que supera lo común, correspondiéndose con la definición que aporta la Real Academia Española y viéndose refrendado por el hecho de que se congregaron un buen número de formaciones musicales de este género en lo que parece ser que fue un fantástico festival. Pero, a pesar de ello, no estaría mal un poco de originalidad en este sentido.

Si todo fuera magno, o lo hiciéramos a lo grande, otro gallo cantaría al mundo de las cofradías. ¡Ay, si todos acudiéramos en masa a recibir una ínfima formación! Probablemente seríamos menos ignorantes. ¡Qué bien estaría que aunque fuera de manera microscópica cada miembro de una hermandad conociera a sus titulares, el momento de la Pasión que representan las distintas escenas o que se acercaran un poco más a la figura de María! Es decir, se valorara lo importante que es tener lo que se considera un mínimo conocimiento al respecto. ¡Cuánto sentido cobraría escuchar al hermano y atender a sus necesidades en el seno de nuestras instituciones! Por decirlo de forma más llana, dejar de mirar nuestro ombligo para pensar un poco en el prójimo. Y podríamos seguir enumerando situaciones. ¿Por qué no respondemos multitudinariamente a las convocatorias que sustentan las obras de caridad? ¿Cuántas veces no participamos ni siquiera de los actos de culto de las imágenes que veneramos? Ante el ingente repertorio de preguntas o reflexiones que se me ocurren, cabría hacer un análisis y sacar en claro hacia qué lugar nos encaminamos.

Es evidente que son numerosas las propuestas que se plantean desde nuestras asociaciones de fieles, pero son escasas las que resuenan o sobresalen. Sin ir más lejos, el próximo domingo ya hay programado otro acontecimiento similar al reseñado al principio, dedicado a la música procesional. Y, si bien, como en el caso anterior, no está organizado por las hermandades directamente, sí que son circunstancias que aglutinan a muchos de nuestros integrantes. No es mi pretensión hacer una crítica ni mucho menos a las bandas de música; al contrario, pienso que estas realizan una gran labor social y contribuyen de manera enorme al bien común de muchos jóvenes y adultos. Solamente apelo a la creatividad en otras direcciones para que ese adjetivo, magno, cobre pleno sentido.