El pisotón de PISA
Los planes educativos se han convertido en un arma ideológica en donde el conocimiento ha sido sustituido por la ingeniería social
Cuando cada tres años llegan los resultados del denominado informe PISA inmediatamente los políticos se ponen de los nervios para echar balones fuera. Este estudio, que evalúa el resultado de los alumnos de 15 años en tres materias -lectura, matemáticas y ciencias- en los países de la OCDE siempre supone un jarro de agua fría para todos. Y todos es todos, desde la izquierda a la derecha, ya que por acción u omisión todos tiene su grado de responsabilidad en que el nivelito de las generaciones venideras deje mucho que desear.
Los activistas de la educación dan la turra con lo de siempre, que si hace falta más inversión, que si el material tecnológico es aún escaso o que hay que dar aún una vuelta de tuerca más a lo de las evaluaciones, para que nada parezca lo que realmente es.
Junto a estos están los de siempre, los profesionales de la protesta educativa, que poco o nada tienen que ver con los docentes, con los que de verdad se dejan el pellejo en las aulas. A aquellos sólo se les escucha la misma canción de siempre, la de que hay que cambiar la ratio para que cada vez haya menos alumnos por profesor. El relato que utilizan pretende ser creíble, pero se desmorona sin remedio cuando se descubre que el único argumento que usan para incrementar la calidad educativa es la contratación de más y más profesores.
A estos, curiosamente, nunca se les escucha hablar de la pobreza de los planes educativos, ni de la forma tan suavona con que se aplican y evalúan. Esta degeneración, supongo, también tendrá algo que ver con los resultados del informe PISA, ya que los planes educativos se han convertido en un arma ideológica en donde el conocimiento ha sido sustituido por la ingeniería social. Por esto, es de muy cobardes culpar a los inmigrantes del resultado en una determinada región.
Cuesta realmente trabajo encontrar una siglas políticas a las que excluir y salvar de responsabilidad en estos malos resultados. Porque no hace falta que vengan los de la OCDE con el informe PISA a ponernos las orejas coloradas, sino que las alarmas llevan mucho tiempo saltando, sobre todo en las universidades, el siguiente escalón docente donde va a parar quienes suspenden en lectura, matemáticas y ciencias.
Queramos o no, los resultados van a seguir siendo los mismos por mucho que nos intentemos consolar con que en otros países de Europa también están mal. Sólo quedan dos salidas para mejorar los resultados del informe PISA: o hay un verdadero pacto de Estado que contemple el rescate de algunas competencias autonómicas o que cuando vengan los de la OCDE dentro de tres años que les pregunten a los alumnos sobre cuestiones como transversalidad, resiliencia o sostenibilidad. Ya verán cómo aprueban, fijo.