Hacer balance
Aunque Manuel Vicent escribiera aquello de que «el tiempo no existe», empezando un nuevo año se haría necesario hacer balance del que se dejó atrás. Pensar en ese periodo, en lo que hubo de amor, cuánta felicidad se pudo acaparar, si los días fueron más alegres o tristes, si fuimos capaces de ser respetuosos y atentos, si la salud fue nuestra compañera de viaje... Vivir al máximo cada uno de los días debió ser una máxima que, si no se cumplió, se puede convertir en propósito para esta ocasión que comienza. Establecer metas y convertirlas en ese destino que todos hemos anhelado en algún momento, cumplir sueños, en definitiva, hacer fructífera nuestra vida.
Convirtamos lo que aún no se ha podido conseguir, en un nuevo proyecto. Recibamos y seremos acogidos, queramos sin pedir nada a cambio y sintamos la paz interior en medio de este mundo caótico que nos invade. A veces insistimos en buscar tiempo para nosotros y parece que éste se diluye; probablemente lo ganemos en cada encuentro y en cada segundo vivido con intensidad. Incluso en aquellas lecciones que aprendimos, que no falte positividad y en cada día de 2024 expresemos la gratitud al que está a nuestro lado cada amanecer, cada jornada de trabajo, cada momento de asueto y cada instante de dolor. A veces sentimos que nos faltan tantas cosas… y no es en lo material sino en lo humano en lo que verdaderamente radica la importancia.
Hagamos nuestros los versos de Benedetti en esos días que se presenten nublados y repitamos: No te rindas, / aún estás a tiempo / de alcanzar y comenzar de nuevo, / aceptar tus sombras, /enterrar tus miedos, / liberar el lastre, / retomar el vuelo. / No te rindas que la vida es eso, / continuar el viaje, / perseguir tus sueños, / destrabar el tiempo, / correr los escombros, / y destapar el cielo…
Viví y disfruté del año que hemos despedido. Descubrí a nuevas personas en el tránsito de mi existencia, algunos momentáneos y otros que perdurarán por años; tuve momentos importantes, en los que me sentí muy acompañada, a pesar de que hubo ausencias que me hicieron reflexionar; aprendí que en los pequeños detalles del camino diario te puedes sentir apreciado y querido, mientras que hay allegados con los que te volcaste y serán perfectos extraños para ti; también comprendí que las mejores lecciones se aprenden de la fortaleza de aquellos que han tenido que plantarle cara realmente a la adversidad y ganaron la batalla; vi la hipocresía y me sirvió para reconocer mejor al que no conocía… Fueron tantas las enseñanzas que espero que todo ello sea la base para intentar ser mejor en estos trescientos sesenta y seis días que acabamos de emprender. Feliz 2024.