Ya ha conseguido Pedro Sánchez aprobar en el Congreso de los Diputados sus primeros Reales Decretos de esta legislatura. En los mismos, dentro de una ensalada demagógica y perversa, incluye un poquito de antídoto para contrarrestar el arsénico que imponen sus valedores en la investidura y que a la vez ha permitido a Superbolaños articular un discurso chantajista que persigue estigmatizar a quien no aplauda la verborrea delirante de un gobierno que navega gracias a los vientos destructivos del independentismo catalán y vasco.

Ese gobierno, en la práctica presidido por D. Carles Puigdemont i Casamajó, ha conseguido con una increíble rapidez que el PSOE arroje por la borda su historia reciente para quedarse sumergido en el cieno purificado por un mesías que detesta el «Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo» del gran Abraham Lincoln para imponer el Gobierno de Sánchez, por Sánchez y para Sánchez (también para sus profetas). Así, se avanza pleno tras pleno por la senda contraria al legado de la transición y se pone en peligro nuestra libertad y el estado de bienestar alcanzado, pero se da solución a la gran preocupación del autócrata: pasar a la historia de forma relevante, aunque sea como protagonista de la etapa más oscura de nuestra democracia.

Esta penosa situación de caos e incertidumbre que vivimos en España, y al hilo de las palabras pronunciadas por Alberto Núñez Feijóo el pasado miércoles en ese pleno ignominioso: «si hubiese sabido que la política consistía en lo que he vivido en los últimos meses, en los últimos días y en las últimas horas, yo no me hubiese dedicado a la política. Este esperpento no lo merecemos», me trae a la memoria las escenas lúgubres de la trilogía del Señor de los Anillos, basadas en la obra homónima de J.R.R. Tolkien. Emulando el relato tolkiniano podemos decir que «el señor oscuro de Moldor consigue imponer sus normas con el apoyo de las legiones de Orcos en el Congreso. Tiempos de oscuridad se ciernen sobre la Tierra Media. ¡Hoy más que nunca se necesita el resurgir de la Comunidad del Anillo!».

Feijóo nos dejó unas palabras cargadas de sentimiento y frustración, y Tolkien frases como: «Cuando todo parece perdido, a menudo nos llega la esperanza» o «El amanecer es siempre una esperanza para el hombre». A esto me aferro, y hoy doy gracias a Alberto Núñez Feijóo por haberse dedicado a la política, porque en estos momentos aciagos es la única esperanza de aglutinar a toda la Comunidad del Anillo, es decir, a todos los españoles que creemos en la libertad, en la democracia, en nuestra Constitución, en el Estado de Derecho y en la unión e igualdad entre quienes habitamos este gran país.

Si queremos mantener el ecosistema de libertad, bienestar y progreso que juntos hemos creado durante los últimos 45 años, es evidente que ha llegado el momento de los hombres y mujeres que no se resignan a ver semana a semana el torpedeo infame de la convivencia por parte de un PSOE Sanchista que, subasta tras subasta, está dejando desnudos todos los espacios de consenso de nuestra casa común.

Bartolomé Madrid Olmo es Diputado en el Congreso y alcalde de Añora.