El rodadero de los lobosJesús Cabrera

Me apunto

Lejos de atemorizar a la prensa que cumple con su misión lo que ha logrado es señalar sus múltiples debilidades personales

No sé porqué pero quiero estar en la lista negra de ese ministro que pone en la diana a los periodistas que no le ríen las gracias. Es algo que me apetece, aunque sé de sobra que carezco de los méritos y el brillo de otros compañeros de profesión que por haber hablado de este personaje ya están engrosando tan honroso listado.

Esta semana, el susodicho le contaba en una entrevista a Carlos Alsina, como si fuera la cosa más normal del mundo, que había puesto a su equipo a trabajar para señalar a aquellos periodistas que le llaman feo o le dicen no sé qué cosas. Allá él, porque lo que revela con esta actitud, entre rabieta infantil y talante de mal perdedor, es que confunde los términos y cree que ser un servidor público conlleva un culto ciego a su persona. Ay de aquellos que discrepen.

Con esta confesión que hizo en Onda Cero lejos de atemorizar a la prensa que cumple con su misión lo que ha logrado es señalar sus múltiples debilidades personales y mostrarse con una piel muy fina, sensible y delicada, que no soporta el más mínimo roce, algo a todas luces incompatible con el ejercicio de la política a la que, como es sabido, hay que llegar llorado de casa.

Destinar un equipo de personas muy bien pagadas con dinero público a satisfacer la egolatría de un personaje debería estar penado por la ley. Si no hay dinero para los enfermos de ELA tampoco lo hay para estas menudencias. Faltaría más. Si tuviera hechos todos los deberes en su departamento acaso se podría permitir estos lujos, pero ni aún así. Este dinero debería ir a sanidad y educación, como dirían los suyos.

A este señor se le podría recordar la deuda vergonzante que mantiene él en particular y su Gobierno en general con la red ferroviaria de Extremadura, así como de otras partes de España a las que condena privándolas de la alta velocidad. Ya saben: ciudadanos de primera y de segunda. En clave demagógica también se le podría poner sobre la mesa, entre otros muchos casos, el de la Autovía de Andalucía, que esta pasada Semana Santa ha dejado en la cuneta a numeroso vehículos con las llantas destrozadas por el lamentable estado de conservación del pavimento.

Como no tiene otra cosa más productiva en qué dedicar su jornada laboral, además de tuitear groseramente, pues se dedica a perseguir gente. Y ya, si eso, otro día hablamos de la calidad del servicio de trenes, de su puntualidad, de sus horarios y del confort de sus vagones. En cambio, Ouigo está también en el punto de mira. Por hacer bien las cosas.

Como verán, no he puesto en ningún momento el nombre del personaje en cuestión. No es por canguelo ni por ninguna otra cuestión. Esto forma parte del juego, para que su equipo -al que pagamos muy bien entre todos- se entretenga un poco más en la búsqueda de este artículo y no se lo ponga a huevo en un elemental rastreo en Google.