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La importancia de la verdad y la evangelización en la sociedad actual

Las recientes XIII Jornadas Católicos y Vida Pública celebradas en Córdoba han arrojado luz sobre cuestiones cruciales que enfrentamos en nuestra sociedad contemporánea. En un momento en el que la verdad parece ser un bien escaso y se pretende relegar la fe a lo privado, es fundamental reflexionar sobre el papel de los laicos en la evangelización y el compromiso público.

La directora del Observatorio CEU de Víctimas del Terrorismo, María San Gil, en su intervención inaugural bajo el título 'Evangelizar: la hora de los laicos', destacó con claridad la realidad de una sociedad cada vez más alejada de Dios. No obstante, su mensaje estuvo lleno de esperanza al señalar la labor de movimientos laicos comprometidos, como la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), cuyo diario digital, El Debate, representa un respiro en medio de un entorno secularizado.

San Gil hizo hincapié en la necesidad de enfrentar la cultura de la muerte que prevalece en nuestra época, llamando a las cosas por su nombre y recordando que la fe cristiana no puede ser reducida a lo privado por miedo a incomodar.

Por otro lado, el periodista Luis Ventoso resaltó la polarización y la pérdida del sentido de realidad en España, lo que plantea desafíos sustanciales para los comunicadores y para la sociedad en general.

En este contexto, las intervenciones de Darío Reina, Pablo Vioque y Enrique Garrido destacaron la importancia de la presencia activa y auténtica de los cristianos en la vida pública, señalando la necesidad de testimoniar la fe en todas las esferas de la vida y evitando la tentación de relegarla al ámbito privado.

Además, los periodistas Jaume Vives y José Antonio Méndez subrayaron la responsabilidad de los medios de comunicación en la tarea evangelizadora, especialmente de aquellos comprometidos con la fe católica. Ambos insistieron en la importancia de anunciar la verdad de manera radical y auténtica, incluso frente a la hostilidad o la aparente indiferencia de la sociedad.

En suma, estas jornadas nos han recordado que la verdad y la fe no pueden ser confinadas a lo íntimo. Más bien, deben ser proclamadas con valentía y claridad en todos los ámbitos de nuestra vida. En un mundo que a menudo desprecia lo trascendente, es esencial que los laicos y los comunicadores cristianos asuman su responsabilidad de dar testimonio y anunciar el mensaje evangélico con integridad y convicción.