Primavera, flores, fiestas, tradiciones, serenatas, bailes por sevillanas, alegría, luz, color…, son para mí solamente algunos de los elementos identificadores de una ciudad que resurge con más brillo que nunca para vivir su mes más popular. Córdoba en mayo, que ya se intuye en estos últimos coletazos del mes de abril; un tiempo en el que la primavera ha eclosionado dejando las más bellas instantáneas de hermosos campos en flor a las faldas de Sierra Morena. Son estos días que, además, resultan altamente propicios para pensar en clave de cultura. La Feria del Libro, alcanzando ya su edición número cuarenta y nueve, acoge un paseo agradable entre obras que aguardan a un posible lector en las habituales casetas; en este contexto se ha podido disfrutar de una programación con distintas actividades entre las que no han faltado pasacalles, teatros de marionetas o talleres infantiles de poesía junto a las clásicas presentaciones y firmas de autores reconocidos. Una ventana abierta a otros mundos y una posibilidad de vivir cada instante en actitud de acogida.

El ambiente te empuja a expresarte con gozo, a entonar esa letra de Los Marismeños que dice: con la primavera, / a mí me entra la alegría / me levanto cada día con cara de felicidad… Porque si Córdoba te atrapa siempre, lo hace de manera especial en este mes de mayo en el que rebosa júbilo en cada uno de sus rincones, desprendiendo alborozo por cada uno de los poros de su piel, lo que la convierte en diferente y la transforma en un lugar mágico y único.

Ya han comenzado a brotar las cruces, frondosas a pesar de celebrar sus cien años de vida festiva. Hundiendo sus raíces en la tradición religiosa, en torno a la cruz se desata la alegría, en ellas se percibe el arte, se derrocha el salero y se comparte la amistad. Las plazas cobran vida y las calles se revitalizan, balcones y rejas se engalanan y contribuyen a la prolongación de unas fiestas que se van engarzando como las cuentas de un collar hasta completar con la feria de Nuestra Señora de la Salud el mayor espectáculo con el que irradia luz nuestra ciudad.

En unión a la Fiesta de los Patios, declarada de Interés Turístico Nacional y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, tengamos siempre en el recuerdo las letras de Ramón Medina que tanta esencia de Córdoba recogen: patio cordobés, castizo, / tu cruz de mayo es un cielo / chiquitito, que Dios hizo / y lo puso en nuestro suelo. / Gitanillas son tus flores, / gitanillas tus mozuelas, / cálices de luz sus ojos, / estambres de flor sus cejas / y sus pestañas puñales / que se ocultan tras las rejas… / Cruz de mayo, cruz bendita, / cruz de mayo cordobesa.