La incorporación de la generación Z al mercado laboral está dando mucho que hablar. Los medios de comunicación se hacen eco de los rasgos que describen su personalidad, de encontrar lo que los hace peculiares, de tratar de determinar su propia idiosincrasia, convirtiéndose en defensores y detractores de estos jóvenes. Con cada uno de estas hornadas van cambiando los gustos musicales y los estudiosos del tema se fijan especialmente en su forma de hablar, algo que distingue a cada generación de la anterior y que será la seña de identidad de las venideras. En este sentido, para la generación Z no hay pijos o señoritos sino cayetanos; ese colega o amigo con el que había especial confianza, ese tío, pasa a ser pana o bro (hermano); utilizan puto como prefijo ante palabras aleatorias; hay asuntos que les rentan o no, depende de si compensan o han merecido la pena; en función de la experiencia de cada uno, acuerdan si tienen o no calle; y si algo les gusta mucho hacen uso del acrónimo PEC (por el culo).

Pero si se pasa de los medios informativos a círculos particulares, a lo que sería nuestro entorno social, desde diversos sectores se está alzando la voz debido a que el nivel de compromiso de estos mozalbetes deja mucho que desear. Ajenos a la seriedad que implica un trabajo, aquellos que lo tienen no regalan un minuto de su tiempo a conservarlo ni a contribuir de alguna forma a no perderlo. No les importa, ni aún trabajando con personas o ejerciendo un servicio que repercuta en la sociedad, dejar su puesto una vez que el reloj ha marcado la hora en punto; el sentido de la responsabilidad está muy lejos de su capacidad de entender lo que significa el ejercicio de una profesión. A nadie se le ocurriría no acudir al trabajo y ellos lo hacen sin pudor si es necesario.

Todo esto permite entender que haya oficios en los que faltan profesionales. Por encima de lo que se ha venido en llamar conciliación de la vida familiar y laboral, utopía más que verdad, los Z defienden la conciliación de su vida a nivel individual. El tiempo libre prima por encima de todo y el cultivo de su ego es lo primordial. Quizá su anhelo resida en la flexibilidad que encaja perfectamente con el teletrabajo y que no es posible desarrollar en ciertos ámbitos laborales.

Evidentemente en todos los casos hay excepciones y, además, numerosas. Con esto no quiero resaltar defectos pero sí hacer caer en la cuenta de que ésta es una realidad que existe y crece en nuestros días.