De comienzo en comienzoElena Murillo

Vacaciones de verano

Detener las faenas habituales, cambiar rutinas, despejar la mente y colmarla de vivencias aunque no se hayan podido hacer grandes planes

¿Quién no ha vivido momentos inolvidables en verano? ¿Quién no recuerda una anécdota, un viaje, una noche de cine al aire libre o una simple reunión de amigos buscando algo de fresco en una terraza? Las vacaciones más esperadas del año llegan con la época más calurosa de nuestro hemisferio; unos meses en los que se hace difícil emprender cualquier tarea en las horas centrales del día salvo que uno se encuentre en lugares frescos y agradables con la posibilidad de darse un chapuzón que mitigue la canícula.

Escuchando de fondo a Fórmula V con aquello de «vacaciones de verano para mí / caminando por la arena junto a ti» aparece la sonrisa y la conexión con los recuerdos del pasado. Pero también se produce la ilusión de que llegue pronto ese periodo tan deseado. Y es que las vacaciones de verano deberían ser de obligado cumplimiento porque la desconexión se hace muy necesaria en este tiempo estival. Detener las faenas habituales, cambiar rutinas, despejar la mente y colmarla de vivencias aunque no se hayan podido hacer grandes planes.

Ya sé que es fácil decirlo y que a veces se complica poder llevarlo a cabo. Algunos desearían tener un trabajo para tener descanso; otros querrían conciliar con su familia en el amplio sentido de la palabra (no todo se puede reducir a la conciliación para cuidado de ascendientes y descendientes); están los que se pasan años trabajando con contratos apenas renovados mes a mes o por poca duración más y no tienen derecho a algo que sea digno de recibir el nombre de vacaciones…; y, así, aunque parezcan muchos los disfrutones en este tiempo, es un sector reducido el que puede gozar del merecido receso en compañía de sus seres queridos.

Quizá debería reinar la empatía en aquellos que tienen en su mano la posibilidad de hacer una mejora en este tipo de cuestiones. Quizá en determinados sectores se debería velar más por la persona facilitando o, al menos, escuchando peticiones que se encaminarían no tanto al bienestar individual cuanto a la obtención de una repercusión positiva en el ámbito laboral.

En cualquier caso, la clave está en aprovechar cada instante para vivirlo y hacerlo especial aunque uno no pueda gozar o no se pueda permitir las reiteradas vacaciones de verano.