Hoy puede ser uno de esos días inolvidables que quedan marcados en el corazón de muchos cordobeses. El que el equipo titular de la ciudad pueda ascender a una modesta segunda división es algo que llena de ilusión incluso a aquéllos que no gustan del fútbol.

La verdad es que tenemos otros muchos motivos para enorgullecernos, porque, como dijo Antonio Gala y ahora reza en su estatua frente al Gran Teatro «ser de Córdoba es una de las pocas cosas importantes que se pueden ser en este mundo». Y ciertamente es así en una ciudad que lamentablemente solo suele encontrar su medida, siendo esta inmensa, en la comparación, en la referencia externa.

No es un mal netamente cordobés: hace algunos años un estudio de la ONU señaló que España es uno de los países con más baja autoestima del mundo. Los que más se quieren son, fíjense, Rusia y China. De todas maneras no hace falta que venga Naciones Unidas a constatar lo que padecemos los españoles a diario y cada vez con mayor virulencia. Pocas naciones se odian más a sí mismas o entre sus ciudadanos que esta. Pocos países permiten que la cizaña de los perversos, sean éstos autóctonos o foráneos, cale y dé su negro fruto como en España.

Curiosamente una de las pocas cosas que nos une con un sentimiento patrio es el fútbol. A pesar de las diferencias regionales, de esa nueva y variada identidad europea de los jóvenes jugadores, cada día de partido en esta Eurocopa se congregan millones de españoles a celebrar o sufrir con su selección. Aunque le llamen ‘ la Roja’, aunque se huya de toda referencia que pueda herir sensibilidades minoritarias, los españoles se identifican en el fútbol, con la selección.

Nuestro caso local es más modesto pero tiene mucho que ver con el mal nacional, que se refleja en no valorar lo propio incluso ejerciendo cierto cainismo. Se encuentran símbolos identificables y cierto liderazgo en el fútbol, tanto los que están con el equipo domingo a domingo a pesar de los resultados y las categorías como los que hoy desean que el Córdoba ascienda a pesar de no haber seguido un encuentro en su vida.

Fue Jorge Valdano el que sentenció con acierto que el fútbol es un estado de ánimo. Hay que aprovechar ese estado y recogerlo a nuestro favor más allá del fútbol. Pase lo que pase esta noche.