El perol sideralAlfredo Martín-Górriz

La izquierda, el Gobierno y el control del sexo convencional

La cuestión parte del partido, curiosamente, más aficionado a estas prácticas y a regarlas con droga

Hace un par de años, el Gobierno arremetió contra las páginas de contactos de prostitución, consiguiendo el cierre de algunas de las más conocidas. Se produjo entonces una curiosa iniciativa de emprendimiento en Córdoba. Aprovechando la coyuntura, la empresa de desarrollo web ‘Street Adventure’, radicada en La Viñuela, muy cerca de la avenida de Barcelona, se hizo con el conocido dominio pasion.com, que surgió años atrás de un desgaje de milanuncios.com, cuando sus responsables decidieron colocar en otro sitio ese tipo de avisos tan invasivos. Y así, pasion.com se hizo cordobesa. Con ella, la ciudad pudo ser una potencia lumi…nescente, pero todo quedó en flor de un día, a modo de una eyaculación precoz. La página no continuó y la empresa se extinguió. Otras decidieron ningunear a la llamada Ley de Garantía Sexual (o ley del sólo sí es sí), y permanecieron funcionando sin ningún problema. Muchas meretrices pasaron a refugiarse en telegram o Tik-Tok. La cosa siguió tal cual.

El actual y humorísticamente llamado pajaporte, que pretende regular el acceso a la pornografía, ha de sumarse a este tipo de arremetidas del Gobierno contra las webs de prostitutas o la propia prostitución, pues el debate sobre su abolición ya está encima de la mesa. La cuestión parte del partido, curiosamente, más aficionado a estas prácticas y a regarlas con droga, asociado a su vez con Yolanda Díaz, que elevó hace años en un cargo a un compañero al que habían pillado con pornografía infantil en su ordenador y que ya estaba denunciado. Posteriormente fue condenado. Ella le protegió. Son los mismos aliados partidarios del aborto, que han rebajado penas a violadores o agresores sexuales y que potencian la inmigración ilegal que desemboca en un aumento de las agresiones sexuales a mujeres, sobre todo violaciones múltiples. Estos mismos compañeros de viaje están empeñados en introducir la ideología trans en los niños, y en dar charlas de contenido sexual a los más pequeños. Lo primero, una aberración propia de perturbados; lo segundo, enferma promoción de la pederastia. Recordemos que la exministra Montero ya realizó declaraciones en el sentido de que los niños deberían poder elegir con quién mantener relaciones sexuales. Sorprendentemente, hace unas semanas, el PP retomaba la sórdida idea en el Ayuntamiento de Almería, trasladándola a un cartel que, aparentando proteger a los niños de las agresiones sexuales, repetía el discurso de la ministra de ideología teóricamente contraria. ¿Cómo estos amigos de las drag queens en las escuelas realizan semejantes ataques a la prostitución o el porno? ¿Los que rebajaron condenas a violadores se escandalizan por una película subida de tono porque puedan acceder a ella adolescentes?

En el caso concreto del pajaporte, llamémosle por su nombre, Cartera Digital, tiene una clara intención de control, con la vista puesta en ulteriores formas de intervencionismo agresivo que se dirigirán sin duda hacia la moneda digital obligatoria y la fiscalización absoluta de la red. Sobre eso correrán estos días ríos de tinta. Pero el hecho de que se centre nuevamente todo en el sexo no es baladí, siendo otra parte fundamental.

Y es que este Gobierno, embajador de la ideología woke, trata desde hace tiempo de inmiscuirse en todo tipo de relación sexual, desde la más sana perteneciente a la familia tradicional, a la que odia con todas sus fuerzas, hasta las desviaciones habituales de la sexualidad convencional, como el porno o la prostitución, que tanta afición genera entre los cargos políticos socialistas. Al tratarse de una ideología basada en antivalores, como una simbólica (¿o no tan simbólica?) cruz invertida, el izquierdismo presenta contradicciones insalvables entre su pensamiento, lo que expresa y lo que hace. De esta forma, la protección a las mujeres concluye en la libertad de sus violadores, por ejemplo, o la salvaguarda de la infancia en una sucia sexualización absolutamente intencionada. La cuestión del porno opera dentro de los mismos parámetros y, al margen del control gubernamental, continúa la senda ya iniciada del control puramente sexual. Todo sexo sano es enemigo del Gobierno. Pero también las faltas habituales del sexo ordinario que entroncan y nacen de él. Se censura así el solitario pecado del joven que ve una de sus primeras películas porno. A cambio se fomentan en él todo tipo de perversiones institucionalizadas.

Si la defensa gubernamental de la mujer se traduce en el incremento de violaciones múltiples, podemos esperar que con el control del porno se amplíen otro tipo de barbaridades, o que el porno se introduzca en lugares que no debía, pornificándolos de inmediato, leit motiv también de la izquierda, que pretende sexualizar todo ámbito no sexualizado, para desesxualizar aquel que encauza con cierta coherencia la libido humana.

Aquellos que ven sólo una ocurrencia en esta medida viven, desde luego, en una confortable ingenuidad, puesto que la Cartera Digital tiene numerosas aristas, todas ellas extraordinariamente graves, la aquí tratada sólo una de ellas. Tomemos todo esto con humor y remedemos la letra de la famosa canción de Los Brincos: Lo que te voy a decir/lo he visto en tu pajaporte/no me fiaba de ti/ y te quité el pajaporte…