La 'nueva familia': ¿Evolución o revolución legal?
La necesidad de protección sigue siendo la misma
Si todavía tienes en mente la imagen de la familia perfecta de los años 50 –papá, mamá y dos hijos sonrientes desayunando juntos–, permíteme traerte de vuelta al 2024, donde las cosas son, digamos, un poco más complejas. La realidad es que hoy la familia tiene formas muy variadas y, aunque el derecho de familia ha intentado mantenerse al día, digamos que no siempre ha sido tan rápido como la sociedad.
Hemos pasado de aquel modelo nuclear intocable a un abanico que incluye familias monoparentales, reconstituidas, parejas del mismo sexo, y un largo etcétera. La pregunta aquí no es si estos modelos son mejores o peores, sino si la ley está preparada para proteger a todas las familias por igual. Y, spoiler: todavía le falta un poco.
España, eso sí, ha sido pionera en algunos aspectos. En 2005, nos 'adelantamos' con la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, todavía hay áreas del derecho de familia que siguen esperando su momento para brillar, como es el caso de las familias reconstituidas, donde hijos de relaciones anteriores conviven con los de una nueva unión. En estos casos, la ley ha tenido que afinar su protección para que todos los menores –sean biológicos o no– tengan el mismo acceso a derechos. Y todo, por supuesto, bajo el paraguas del «interés superior del menor», una de esas frases que usamos mucho los abogados cuando queremos parecer más serios.
Hablando de temas serios, abordemos el asunto de la reproducción asistida. España lidera los tratamientos de fertilidad en Europa, y cada año nacen miles de bebés gracias a estas técnicas. Pero si esto ya era complejo, no olvidemos el enredo legal de la gestación subrogada. Aunque está prohibida aquí, muchas parejas viajan al extranjero para hacer realidad su sueño de formar una familia. Y aquí viene el lío: ¿ qué pasa cuando vuelven a España con un bebé y quieren inscribirlo en el registro civil? La ley, por ahora, se pone de perfil, y los tribunales han emitido sentencias tan variadas que uno ya no sabe ni a quién acudir. Algo que, como bien sabemos, necesita una regulación clara, y no mañana, sino ayer.
Y en esta transformación familiar no nos olvidemos de los abuelos. Los grandes olvidados, pero, cuando las cosas se complican, ahí están ellos, al pie del cañón. Cada vez más, los abuelos reclaman su derecho a mantener una relación con sus nietos tras el divorcio de los padres, y los tribunales han empezado a reconocer su papel esencial. El artículo 160 del Código Civil recoge ese derecho, y aunque suene a algo que solo veríamos en casos extremos, no son pocos los abuelos que han tenido que acudir a los juzgados para ver a sus nietos.
El derecho de familia está intentando no perderle el paso a la sociedad, pero sabemos que las leyes no siempre se caracterizan por su velocidad, salvo que se trate de una multa de tráfico, claro. La realidad es que, aunque hemos avanzado, todavía hay muchas áreas que necesitan más claridad legal. Las formas de familia han cambiado, pero la necesidad de protección sigue siendo la misma, ya sea para la familia tradicional o para la más moderna. Y aquí no hay espacio para debates ideológicos: esto va de garantizar que todas las familias, sin importar su estructura, reciban la misma protección legal.
Independientemente de si estás a favor o en contra de los cambios en el modelo de familia, lo cual es un debate aparte y completamente legítimo, lo que resulta indiscutible es que la sociedad ha evolucionado y el derecho no puede quedarse al margen. El derecho de familia ha experimentado un desarrollo silencioso, pero profundo, adaptándose poco a poco a nuevas realidades que hace apenas unas décadas parecían impensables. La ley, al igual que la sociedad, tiene la necesidad de evolucionar para dar respuesta a estructuras familiares más diversas y complejas, porque, al final del día, el papel del derecho no es juzgar cómo deben ser las familias, sino asegurarse de que todas estén protegidas bajo el mismo marco legal. Es este proceso de adaptación el que realmente quiero evidenciar, porque lo que está en juego no es una cuestión de principios, sino de garantizar justicia y equidad para todos.
Así que, mientras la sociedad sigue avanzando, es nuestra responsabilidad como profesionales del derecho asegurar que la ley no se quede atrás, rezagada en algún rincón, mirando con nostalgia aquellas fotos en blanco y negro de familias que ya no existen.