El triunfo pírrico de Sánchez
Es más que sabido que no está a gusto en ningún acto al que acudan los Reyes, porque eclipsan su falso fulgor de brilli-brilli
Una victoria pírrica no es ganar por la mínima, un 1-0 o así. Ni mucho menos. Si el pobre Pirros levantara la cabeza vería que sus dos triunfos bélicos han sido malinterpretados por las generaciones actuales, de lo que tienen directa culpa los planes de estudio de los últimos años y no las ratios en las aulas.
Cuando se gana algo pero no sirve para nada o se tienen más daños que beneficios es cuando hay que adjetivarlo como pírrico, que es lo que habría que hacer con la organización del desfile militar de Madrid con motivo de la Fiesta Nacional.
La retransmisión de TVE, por más que intentó disimularlo, expuso a las claras que el diseño cumplía órdenes de La Moncloa, ya que los planos de público han desaparecido de este clásico televisivo que es altamente seguido año tras año. Molestan.
Por lo que se vio en el televisor parecía que el público más cercano estaba a la altura de Nuevos Ministerios y de la glorieta de Atocha, por ambos extremos. Las calles circundantes a la glorieta de Neptuno no es que estuvieran cortadas, sino blindadas, con la orden superior de que ningún desgraciado osara colarse.
Esta ausencia popular fue lo más gélido de una retransmisión que ni la lluvia pudo deslucir. Castigar a la gente en la lejanía para que no pudieran ver ni el homenaje a los caídos, ni la tribuna con los Reyes, ni el meollo del desfile es algo refinadamente malvado.
Claro, la razón no es otra que esquivar los abucheos a quien no puede salir a la calle y ayer los evitó. Pero esta medida no es solución porque silbidos han recibido en este acto todos los presidentes del Gobierno, con una intensidad directamente proporcional al respaldo ciudadano en cada momento, sin perder de vista que abuchear a alguien, por mucha razón que se tenga, no es algo muy estético que digamos, aunque en este caso provoca, como se ve, la ira veterotestamentaria del abucheado.
Sánchez saldría anoche de allí satisfecho de su acción y con la idea de mandar el público a Getafe, por lo menos, para el año que viene, si sigue en el cargo. Este hombre se conforma con victorias de este tipo, que no sirven para nada. En 2025 -si sigue en el cargo, repito- todo volverá a ser igual.
En la tribuna se le veía aparentar felicidad y relajación, aunque la procesión fuese por dentro. Es más que sabido que no está a gusto en ningún acto al que acudan los Reyes, porque eclipsan su falso fulgor de brilli-brilli, porque ellos reciben todo el calor popular del que él carece por méritos propios.
Sánchez disimuló lo que pudo pero no contaba con que en este desfile siempre llega el homenaje a los caídos, que es el mayor agravio que su soberbia puede recibir, mayor incluso que un abucheo unánime de toda la avenida de la Castellana. Eso de escuchar lo de que «no quisieron servir a otra bandera» es un golpe de los que hacen daño de verdad al dirigente socialista. Por más años que lleva escuchándolo no se acostumbra a que se lo restrieguen por la cara ni que después todo el mundo -menos él y los suyos, por supuesto- cante emocionado ‘La muerte no es el final’. Estoy convencido de que se le acelera el pulso, apretará las mandíbulas y salivará en extremo cuando la melodía llega a eso de «en tu palabra confiamos,/ con la certeza que Tú/ ya le has devuelto a la vida,/ ya le has llevado a la luz». Uf, muy ‘heavy’. Un mensaje católico. Y todo el mundo cantando. Qué fuerte, Pedro, pero esto es lo que hay. Habrás ganado alejando al público pero hemos triunfando cantando, que es lo importante. Una victoria pírrica.