Rebelarse contra el pensamiento único
En la reciente entrega de los premios Felipe González de Canales, el titular de los galardones, que goza de unos estupendos 84 años y una claridad de ideas absoluta, volvió a pedir a los asistententes, patrocinadores y colaboradores que abandonasen la comodidad de sus asientos (no los físicos, sino los morales) y se rebelasen contra el pensamiento único. ¿Cabe este mensaje en una ceremonia donde lo que se premia es la excelencia y los valores presentes en el sector agroalimentario? Por supuesto que sí, y es quizá uno de los ámbitos más adecuados para apostar por la rebeldía frente a la nueva moral impuesta. Don Felipe abogó por la verdad y por la libertad y, citando a Aristóteles, recordó que no puede existir la una sin la otra.
Su discurso abordó temas cruciales para España y para el futuro de Europa. En primer lugar, denunció con claridad las carencias de nuestro país en términos de productividad, competitividad e innovación, tal como señala el informe Draghi. En un mundo globalizado, en el que Europa compite contra gigantes como Estados Unidos y China, España no puede permitirse el lujo de quedarse atrás. También realizó una crítica a la ministra de Trabajo contundente: las políticas que estrangulan a las pymes y autónomos, los verdaderos motores de nuestra economía, son insostenibles y contraproducentes.
Asimismo, González de Canales abordó un tema tan vital como el agua, refutando la narrativa del cambio climático con un enfoque práctico: España, como país árido, necesita una gestión hídrica eficiente, y no se pueden permitir ideologías ecologistas que paralizan el desarrollo. La eliminación de ochenta embalses es, en sus palabras, un sinsentido que no tiene cabida en una nación cuya economía depende, y mucho, de la agricultura.
Otro punto valiente de su discurso fue el relacionado con la energía. González de Canales defiende con claridad que las energías renovables, como la solar, no deben comprometer tierras de cultivo, y aboga por retomar la energía nuclear, argumentando que es la más limpia y eficiente. Frente al auge desmedido de las placas solares, su visión plantea un equilibrio pragmático entre ecología y desarrollo económico.
En cuanto a la educación y el empleo, su diagnóstico es preocupante. La falta de técnicos cualificados es alarmante, y el actual sistema universitario, que no prepara adecuadamente a los jóvenes para las necesidades del mercado, es un lastre. Entre los asistentes al acto se encontraba, por cierto, el consejero andaluz de Universidad, Investigación e Innovación, Gómez Villamandos. González de Canales pidió una formación seria y con sentido, que priorice las habilidades técnicas que tanto necesita el país. También denunció el desinterés por la agricultura y el campo, sectores estratégicos que están siendo abandonados por falta de relevo generacional y una PAC mal gestionada.
Finalmente, repitió su llamada a no permanecer indiferentes. Felipe González de Canales nos exhorta a dejar de ser meros espectadores y a actuar. Su discurso es un recordatorio de que España, una nación grande y con un pasado de prestigio, debe recuperar su lugar en el mundo, pero eso solo será posible si tomamos las riendas de nuestro futuro con valentía y sin concesiones al conformismo. Y sin claudicar ante el pensamiento único.