Inmorales caraduras
Aterrados, doloridos, agotados y sufrientes, miles de valencianos peleaban por recuperar enseres, viandas y personas desaparecidas a causa de una DANA que ha provocado la mayor catástrofe del siglo, mientras desaprensivos, inmorales, gentuza de la peor calaña, aprovechaba la oscuridad y el desconcierto para desvalijar comercios y acaparar, como aves de rapiña, todo tipo de objetos comerciales.
Al mismo tiempo que estos pillos descarados, indecentes y sinverguenzas se entregaban al pillaje y al robo desmedido, 176 diputados, los justos para posibilitar el desdoro de la institución y el oprobio de su conducta, decidieron que el luto y las palabras compungidas que poco después pronunciaría un presidente indecente no debían ser obstáculo para convalidar un decreto ley que atacaba nuestros bolsillos y consagraba la toma de una institución más, como RTVE, por parte del medio país que odia y repudia al otro medio. Nosotros «no tenemos que ir a achicar agua» dijeron en el colmo de su insolencia.
Era urgente, pese al dolor nacional, que la televisión pública dejara de ser de los españoles, que son quienes la pagan, sino de una parte que ha hecho de la división, el frentismo y la negación del adversario su única razón de ser. Y además debía de estar invadida por fuerzas disolventes, que niegan el propio concepto constitucional de la nación española, y de elementos claramente contrarios a la democracia liberal que garantiza la libertad, la igualdad y la solidaridad de los españoles.
Mientras el pueblo español daba una vez más muestras de su espíritu solidario y de su afán de concordia, una clase política obtusa, degradada y sin principios ni moral, asaltaba otro organismo público de forma exclusiva y excluyente, con el agravante de abalanzarse también sobre el sufrido bolsillo del contribuyente. De 10 se ha elevado a 15 el número de consejeros de televisión española. Y de pagar solo dietas a los consejeros, de entre 700 y 1.000 euros por asistencia a sesiones, hoy se le asigna a cada uno de los quince consejeros un sueldo fijo de 105.000 euros, además de otros complementos, circunstancia agravada por el hecho de la falta de independencia de los electos, todos ellos vinculados al separatismo, al marxismo o al sanchismo, que es el conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno.
Solo desde la inmoralidad y la caradura se puede confundir al interés general con la desenfrenada creación de chiringuitos para colocar a monigotes del autócrata, sin respetar siquiera un día de luto y dolor nacional de un país que no se merece (¿o sí?) a este desvergonzado que ostenta su presidencia. Y que, para seguir pagando sus miles de asesores, dispendios y merenderos de sus fieles, decreta otro hachazo fiscal a la banca, al diésel, al ahorro, al tabaco, al vapeo y a la renta de las personas físicas, con el descaro propio de quien se conduce sin moral, sin principios y sin vergüenza.