Geriátrico y perrera España
El sábado 28 de diciembre – contrastadas las cifras por aquello de las inocentadas – desayunaba con las siguientes cifras: seis millones y medio de chicos menores de 14 años por diez millones de personas mayores de 64. Nueve millones y medio de perros; esto es, uno y medio por cada niño. En definitiva, una población de jubilados que envejece de forma imparable desde hace más de una década. La estadística de Córdoba y su provincia hace un año es coherente con los datos: El Registro Andaluz de Animales de Compañía tenía censados a 216.167 canes frente a los 118.224 menores de 16 años que había en Córdoba según el INE.
Dicho lo cual, cabe preguntarse: ¿Somos más geriátrico o más perrera? ¿Geriátrico y perrera al mismo tiempo? O como, allá por el año 1928, aseveró Chesterton: «El hecho que debemos confrontar es que tanto capitalismo como el comunismo son asilos para lunáticos». En este orden de las cosas siempre me ha llamado la atención la profética – según mi parecer – reflexión con la que Chesterton responde a la carta al director de un individuo en un periódico londinense titulada «Lleno de esperanzas». «La esperanzas» son descritas por el individuo en los siguientes términos: «Cuando la gente tiene familias grandes y salarios pequeños, no sólo hay alta mortalidad infantil sino que a menudo los que sobreviven y crecen se ven impedidos y debilitados por haber tenido que compartir durante algún tiempo los ingresos familiares con los que murieron antes. Habría menos desdicha y miseria si no existieran niños que no son deseados» (Fin de la cita).
Chesterton, como cualquier persona con un mínimo de cordura, no puede quedarse impertérrito ante semejante chanza. De ahí que venga a razonar lo siguiente:
1-¿Son el matrimonio y la maternidad «artículos de lujo» que han de ser modificados para «acomodarse al mercado de los salarios»?
2-¿Hasta qué punto lo que ronda por nuestras cabezas no es sino «el decirle al niño que no es deseado»?
3-Damos la sensación de que «la maternidad y una auténtica niñez y la hermosura de tener hermanos y hermanas son de alguna manera cosas buenas pero no tan buenas como un mal salario».
4-¿Denota, precisamente, el más mínimo atisbo de esperanza una sociedad que «mutila el ser de la mujer», «masacra a personas antes de que nazcan» y parece no tener el más elemental halito de alegría que comunicar a unas hipotéticas generaciones venideras?
5-«¿Cómo es posible que enseñar a los niños de otros la regla de tres sea una carrera profesional importante y grande, mientras que enseñar a los propios hijos de uno todo sobre el universo sea una carrera insignificante y diminuta?».
Cierro también con versos de Chesterton ante los argumentos a favor de un control de la natalidad como prueba de liberalidad:
Corte la espada donde la dejéis caer:
y vuestra anti-maternal Medea
sea sajada de nuestra trinidad humana:
la Madre y la Virgen y la Novia.
¿Por qué habríamos de temblar? Nuestro será el gozo
y vuestro el asombro cuando os hayáis casi extinguido,
esclavos hambrientos pagados con su paga famélica,
y veáis a los humildes heredar la tierra entera.
Brotó Cristo de su pureza creadora
para despertar vuestros estériles antojos.
Mirad: si en casa de Ella nació la Vida sin Lujuria,
así en la vuestra morirá la Lujuria sin Vida.
Me temo que geriátrico y perrera al mismo tiempo pero, eso sí, muy «sostenible».