de esta agua no beberérafael gonzález

Que viene Amazon

Actualizada 04:30

Ayer, víspera de Reyes, una gran mayoría de los comercios pequeños estaban cerrados, en un día en el que hasta un cortaúñas para caniches puede convertirse en una urgente compra de última hora. No todos, desde luego. Pero me llamaron la atención sobre todo las papelerías que además son librerías. Envolver los regalos es una de las cosas que siempre necesitan celofán de guardia. Comprar libros ya es otra cosa, pero convendrán conmigo en que el libro no solo es un regalo comodín perfecto sino que es un gesto que siempre queda bien aunque el receptor del presente no sea particularmente aficionado a la lectura.

Supongo que pensarán que lógicamente ,al ser domingo, los comerciantes tienen derecho al descanso, de ahí las muchas persianas bajadas. Claro que sí. No seré yo el que niegue tal logro social ni humana y bíblica necesidad. Lo reconoce uno que al final está 24/7 - como dicen ahora los modernos- porque cuando no te aparece por sorpresa un cronista gonzo con su movida urgente y supuestamente viral ( que hay que encajar en una sección y en una portada) se te cae el columnista del lunes y te colocas el traje de subalterno, que para eso está un redactor jefe, y te pones a escribir robándole tiempo a la familia y a los regalos por envolver. No me quejo, ni mucho menos. Va en el sueldo y en la naturaleza de este oficio aprendido, eso sí, con unos códigos de vieja escuela que ya escasamente se estilan. A las duras y a las maduras, quiero decir. No todos los trabajos son de 8 a 3 y de lunes a viernes y eso hay que asumirlo con la misma humildad que uno trata de elegir su camino en la vida.

Por eso me sorprende aún más el cierre de negocios ayer, día siempre de compras a pesar del adelanto de las cabalgatas, porque es un servicio que se deja de prestar y unos ingresos que se dejan de percibir.

Esto último es preocupante sobre todo en un gremio- el del pequeño y mediano comercio- que ha pagado un precio muy grande por la pandemia y los nuevos modos de consumir.

Bien es cierto que los ayuntamientos, en busca de la paz social, riegan abundantemente a los denominados centros comerciales abiertos y estos, en algunos casos, dirigidos por auténticos profesionales de las relaciones públicas y una habilidad sobrecogedora, organizan cabalgatas , jornadas dinamizadoras y obras benéficas (que no gratis). Y protestan, y emiten comunicados y anuncian movilizaciones y se quejan porque la cosa está muy malita y le piden a la Junta dineritos con los que digitalizar el negocio para poder competir y la Junta, claro, se los da.

Pero ayer el que vendió el papel de regalo, el cortauñas para caniches y los pañuelos de cuello estampados es el chino.

El chino no protesta, el chino no pide subvenciones, el chino tampoco organiza jornadas dinamizadoras. El chino vende porque tiene una tienda y tiene que vender. Suena a redundancia y perogrullada china pero es así.

También están las grandes superficies (vade retro) una variable que no vamos a introducir en estas líneas pero que al final ofrecen el servicio que el cliente busca: cubrir una lícita y respetable necesidad de compra.

Observo que la queja está cada vez más institucionalizada en determinados sectores. Coincide ello - quizá es casualidad- con los más habitualmente subvencionados. Las administraciones, cuando no saben cómo afrontar y solucionar coyunturas y retos, tiran de veta y pagan con nuestro dinero la paz social, como ya se ha apuntado antes. Pero la vida y el comercio siguen otros derroteros. De ahí que muchas tiendas se hayan reconvertido en puntos logísticos de recogida y entrega de Amazon.

El chino no es ajeno a todo esto. Y opta por la vía más expeditiva y eficiente: currar.

Otros pequeños comercios también lo hicieron ayer y vaya para ellos el reconocimiento y la gratitud de los compradores de última hora, que lo somos casi todos la tarde noche antes de Reyes.

Los Reyes que, como todo el mundo sabe, no son los padres, sino el asiático de al lado, la mercería de siempre y toda esa gente que aún anda comprometida con su dignísimo oficio, aunque sea por necesidad.

El resto está organizando la cabalgata del próximo año y la batería de solicitudes de ayudas públicas, que viene Amazon apretando.

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