El rodadero de los lobosJesús Cabrera

Fitur a la vista

«Lo mejor de todo es lo que no está en el expositor y me refiero a los sucedáneos de una ciudad que nunca superan a lo original»

La actividad de la ciudad se compone de una rueda en la que cíclicamente se van sucediendo hechos que de forma tan instantánea como fugaz forman parte de los comentarios para desaparecer al día siguiente. Uno de ellos, y que suele quedar restringido al ámbito político, es el del stand de Córdoba en Fitur. Que si el presupuesto, que si la ubicación, que si las actividades programadas, que si el público que va a las presentaciones. Todo son cuestiones en las que la oposición de turno pone la lupa para ganar su correspondiente cuota de presencia en los medios.

Este año ya se conoce cómo será la presencia física de la ciudad en la Feria Internacional de Turismo. Estará junto a Úbeda y Baeza como las tres únicas ciudades andaluzas que son Patrimonio Mundial y lo harán en el recinto de la Junta.

Hasta aquí, bien. Pero lo mejor de todo es el diseño. Unos lo podrán calificar de frío, otros de minimalista, pero lo mejor de todo no es lo que tiene, sino lo que no tiene.

Es un espacio abierto presidido por una gran fotografía de la Mezquita Catedral, el principal reclamo turístico de la ciudad. Al lado, la silueta amarilla de una maceta florida. Y en un lateral cuatro imágenes a una sola tinta sobre las cuatro declaraciones de Patrimonio de la Humanidad: Medina Azahara, la calleja de las Flores, el patio de San Basilio 44 y, de nuevo, la Mezquita Catedral. Es por lo que hay que sacar pecho.

Lo mejor de todo es lo que no está en el expositor y me refiero a los sucedáneos de una ciudad que nunca superan a lo original. Son los arcos de la mezquita reproducidos fuera de escala, típicos de taberna donde sablean a los turistas y reutilizables en la carroza de nuestras romerías o el set de patio cordobés en el que todo es falso y donde, eso sí, no faltan los inevitables tiestos pintados de azulillo manchego que llegaron para lo de 2016 y se quedaron, sin que nadie haya dicho hasta ahora que ya es momento de dejarnos de pegos y de volver a lo de siempre, si de lo que estamos hablando es de una tradición.

Córdoba es mucho más que todo eso y una buena fotografía puede hacer más que una escenografía fingida, porque la magia de la Mezquita Catedral no está en unos arcos bicolores sino en sus dimensiones, las perspectivas o las luces que la dibujan. En el caso de los patios, es -para los turistas- las apreturas de la visita, el calor del mayo cordobés que casi no suele fallar, las dimensiones del recinto y la luz que todo lo envuelve. Si esto se acompaña de los comentarios de los cuidadores se sabe valorar que detrás de cada patio hay mucho más que una mera coleccion de macetas colgadas de la pared.

Estoy convencido de que dentro de una semana escucharemos las críticas de algunos grupos de la oposición sobre la imagen que la ciudad ha tenido en Fitur, fijo. Pero de lo que me alegro es de que se hayan quedado atrás recursos tópicos ya desfasados y se haya apostado por algo que se ajusta más a lo que Córdoba realmente es.