Procesión de la Inmaculada Concepción a la CatedralJesús D. Caparrós Carretero

El obispo alienta a la juventud de la Diócesis

Una religiosa, una pareja de novios y un seminarista exponen sus testimonios de fe

anto la Delegación de Juventud de la Diócesis como los grupos jóvenes de las hermandades cordobeses participaron ayer en la Vigilia de la Inmaculada que se celebró en la Catedral presidida por el obispo, Demetrio Fernández y que se ha convertido en una cita anual en la que los jóvenes se reúnen para poner en común su fe.

Con el Santísimo expuesto en el altar mayor, el prelado, en su intervención, los ha animado a seguir en este camino después de escuchar los testimonios de una religiosa, una pareja de novios y de un seminarista que mañana será ordenado diácono. Ellos han expuesto sus vivencias personales, -«Que a todos nos hacen mucho bien», ha afirmado el obispo- en las que se demuestra que Cristo se manifiesta en cada uno en cualquier circunstancia y lugar.

El obispo ha hecho un llamamiento a los jóvenes cordobeses: «No viváis sin madre». Les ha pedido que, al menos, recen al día un avemaría dedicado a la Virgen, porque «el gran regalo que Jesucristo nos ha hecho es su presencia viva en la Eucaristía y su Madre».

Esta Vigilia de la Inmaculada ha estado ilustrada musicalmente por el grupo de la Delegación de Juventud, que se ha encargado de interpretar diversas piezas a lo largo de la ceremonia, que transcurrió con gran recogimiento por parte de los asistentes.

La procesión

Previamente, a las 18:00, se había puesto en marcha desde la parroquia de la Compañía la procesión que acompañaba a la imagen de la Inmaculada Concepción cedida por las carmelitas descalzas del convento de Santa Ana. El cortejo, que se vio sorprendido por la lluvia, no interrumpió su camino y sorprendió, sobre todo, a numerosos turistas que disfrutan de este puente festivo en la capital cordobesa.

El paso, exornado con flores blancas, una vez en el interior de la Catedral, fue situado junto al púlpito de la Epístola, para presidir esta ceremonia a la que cada año se traslada una talla de la Inmaculada de un templo distinto.