El Obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, en una imagen de archivo.CABILDO CATEDRAL DE CÓRDOBA

La vida cristiana, una constante invitación a la alegría del Evangelio

El prelado medita en su carta semanal sobre la auténtica alegría del amor de Dios

El calendario litúrgico fija el tercer domingo de Adviento como el domingo de la alegría, en el que se permite el uso de vestiduras de color rosa, «color de aurora». Este hecho va más allá de la tonalidad de casullas y estolas, y por ello el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, pone de manifiesto en su carta semanal que «la vida cristiana es una constante invitación a la alegría, a la alegría del Evangelio».

Justifica el prelado esta afirmación en que «caer en la cuenta de este amor de Dios, manifestado plenamente en Cristo Jesús, sacia el corazón humano y le hace capaz de amar de la misma manera» porque «el corazón humano está hecho para ser amado y amar, y hasta que no descubre el amor, no se siente satisfecho y feliz».

Por esto saca a colación la reciente encíclica del Papa Francisco 'Dilexit nos' que recuerda el mensaje central del Evangelio -«Dios te ama, aunque tú no te hayas enterado»- y que en su Corazón «Ahí es donde Dios te ha mostrado su amor hasta el extremo, hasta dar la vida, y ahí es donde podemos corresponder con un amor semejante. A eso nos capacita el amor cristiano».

El consumismo no es una alegría

La razón estriba en que el corazón está hecho para el amor y no para la tristeza, porque «si por cualquier motivo llega la tristeza a nuestra vida, o por razones de salud biológica, o salud espiritual o salud moral, el tercer domingo de adviento quiere preparar nuestro corazón a la venida del Señor, motivándolo a la alegría».

Pero no toda alegría es la misma. Alerta el obispo de que «llegados estos días nos invade la sociedad de consumo, la incitación continua a encontrar la felicidad en el tener, en el placer. Todo a nuestro alrededor nos invita a consumir, a gastar, a disfrutar», algo en lo que caerán muchos.

Frente a esto, Demetrio Fernández contrapone que «la alegría cristiana viene porque el Señor está cerca, porque vamos a vivir de nuevo esa cercanía de Dios, que llega a hacerse hombre en un niño indefenso y frágil, que representa a todas las personas frágiles del mundo, y suscita en nosotros una compasión que incita a entregarse».

Finaliza el prelado su misiva recordando que «la liturgia cristiana tiene la capacidad de traernos realmente el misterio que celebramos» y por eso «vamos a celebrar el nacimiento del Hijo de Dios en la carne humana tomada de su madre virgen» e invita a vivirlo junto al nacimiento para que «la preparación de estos días nos haga centrarnos en lo esencial, dejando lo accesorio y no permitiendo que eso accesorio nos distraiga del misterio».

Puede leer íntegra esta carta semanal en el siguiente enlace.