Miguel Ángel Luque ManosalvasJesús Caparrós

Miguel Ángel Luque Manosalvas, coach

« La comunicación interna es la clave del éxito o el fracaso de una empresa»

Del baloncesto profesional a la formación de equipos para empresas, Luque Manosalvas cree en la superación personal a través de la toma de conciencia

El equipo es una forma de vida. Miguel Ángel Luque Manosalvas (Córdoba, 1972) lo aprendió en su época de jugador de baloncesto. Los dos metros de humanidad que conforma su estatura le libraron de la mili y le permitieron jugar en el antiguo Juventud de Córdoba, que posteriormente fue el Cajasur de Baloncesto, y en el mítico Joventut de Badalona, donde muy joven, con 16 años, comprobó la dureza de la competición elevada a un nivel profesional y la importancia del grupo y su gestión para alcanzar los objetivos. También conoció a Magic Johnson, Jordi Villacampa o Michael Jordan, aunque se confiesa «poco mitómano». Se licenció en empresariales y, deportivamente, en el CB Montilla, «probablemente la mejor etapa de mi vida, porque estaba ya en retirada». Descubrió el coaching a través de otro ex-jugador de baloncesto, Curro Ávalos, casi por casualidad. La curiosidad por la nueva actividad de su compañero le llevó a Valencia a realizar uno de los primeros másteres que se impartían en la materia. El coaching, tras el deporte, se convirtió en su nueva pasión. Y lo ejerce desde entonces, como el baloncesto en su momento, con carácter profesional. Emprendedor nato, ha fundado varias empresas y en la actualidad forma parte de la Escuela Europea De Empresa, en la que es director del Área de Gestión del Talento y Desarrollo de Personas y que compagina con su trabajo en el Área de Instituciones en Kutxabank Cajasur.

Cree en el esfuerzo, la superación y el crecimiento personal. No garantiza la consecución de objetivos , porque la vida es dispar, rara y caprichosa. Pero sí se esfuerza en que, a pesar de todo, se disfrute el trayecto que se emprende desde uno mismo hacia un sí mismo mejor.

Miguel Ángel Luque ManosalvasJesús Caparrós

-Un coach es «aquel que ayuda a su cliente a que este encuentre los objetivos de su vida», según una de las definiciones que encontramos sobre la profesión.

- Es correcto, pero a mí me gusta más hablar de acompañamiento. ‘Acompañar’ es la palabra que define mejor al coaching.

- O sea, que estamos en la vida pero no sabemos para qué.

- En efecto. Bueno, alguna gente sí lo sabe y es privilegiada, creo yo. Es fácilmente identificable porque se convierten en referentes para otros. Son personas que ves que tienen las cosas muy claras. Hay otras, entre las que me incluyo, que al principio no lo saben. Cuando comienzas a gobernar tu vida, necesitas una guía, un acompañamiento, y te lo puedes encontrar en la figura de un profesor del instituto o de la universidad, un amigo o un familiar. El problema no está en que sepas, más o menos, qué quieres hacer en la vida, sino que eleves esa toma de consciencia, es decir, para qué estás en este mundo. Creo que esa es la gran pregunta, que coincide también con la de qué legado quieres dejar. Y no hablo de legado material, sino de la impronta, del recuerdo que quede cuando tú no estés aquí. Por otro lado, si bajas de nivel, están los objetivos operativos: qué voy a hacer este año, cómo quiero desarrollarme profesionalmente o interactuar con mi entorno. Al final el juego de la vida consiste en marcarse objetivos y conseguirlos.

-¿Cómo diferenciamos a un buen coach de otro que no lo sea?

- Esta es una muy buena pregunta porque a veces, los malos coaches y los buenos no son fácilmente diferenciables. Esto ocurre porque hay clientes que consiguen sus objetivos interactuando con malos coaches, cosa que ocurre dependiendo del grado de voluntad que la persona pusiera para conseguirlo. En mi opinión, un buen coach es el que acompaña a esa persona, sin dirigir, para conseguir su objetivo. Y en ese proceso de acompañamiento le ayuda a tener más independencia, más autoconfianza, a conectar mejor con sus recursos y fomentar la capacidad de modelizar lo que ha hecho en ese viaje de consecución de objetivos y poder aplicarlo a otro. Ahí lo que estamos haciendo es ‘desactivar’ la dependencia del coach.Si un coach fomenta la idea de que para cambiar las cosas tienes que ‘hacer’, ese es para mí un buen profesional. Y eso es muy distinto al trabajo de un asesor, un consultor o el de un orador motivacional.

Miguel Ángel Luque Manosalvas, durante la entrevistaJesús Caparrós

- ¿Los psicólogos están en guerra con ustedes?

- Desde hace tiempo. Pero por nuestras formaciones de coaching han pasado un montón de psicólogos. De psicólogas, sobre todo. Y muchas, cuando acaban la formación, reconocen que les hubiera gustado aprender nuestro programa al finalizar sus estudios., porque si el coaching tiene algo es que es una metodología práctica. No es intrusivo en la psicología. Nosotros, cuando impartimos un programa, advertimos que está acreditado por la Asociación Española de Coaching, sigue una metodología, y lo que te enseña es empezar a andar. Y comenzar a trabajar con personas que sean mentalmente sanas, o sea, que tengan la capacidad para tomar consciencia, de sus pensamientos y de las acciones que están haciendo. Si una persona padece un trastorno bipolar, de personalidad o está sumida en una depresión, no somos nosotros los que la atendemos. A mí no se me ocurre tener una sesión de coaching con una persona que está siendo tratada por un psiquiatra o un psicólogo, porque para eso están los profesionales. Mi enfoque es muy profesional. Yo trabajo con personas que tienen objetivos profesionales, aunque los objetivos personales van de la mano en la mayoría de las ocasiones. De hecho, cuando las psicólogas acaban nuestra formación destacan la caja de herramientas que les hemos proporcionado, una metodología que para ellas es fundamental.

Yo trabajo con personas que tienen objetivos profesionales, aunque los objetivos personales van de la mano en la mayoría de las ocasiones.

- ¿Y qué buscan las empresas cuando contratan sus servicios?

- A veces buscan un mago. Buscan un milagro. Muy a final de año desean que la motivación de los empleados cambie, pero han tenido once meses para ejercer un tipo de liderazgo más motivador y empático, más orientado a la persona, y no lo han hecho. No estoy diciendo que no sean exigentes con ratios y parámetros empresariales, ojo. Pero cada vez hay más empresarios que se suman a nuestro programa, no para ejercer el coaching, sino para adquirir más herramientas y poder gestionar mejor a sus equipos, porque de eso se trata. No hablo de poner cremitas balsámicas a toda la plantilla a final de año coincidiendo con la cena de Navidad y en enero seguir siendo el mismo indeseable que has sido siempre. Eso no funciona así.

- ¿Muchos de esos problemas se solucionarían con una buena comunicación interna?

- Es la clave. Siempre les digo a los equipos con los que trabajo que mejorarán de una forma exponencial cuando mejoren la comunicación entre ellos. Es importante que acuerden cómo quieren comunicarse, qué lenguaje van a utilizar y qué palabras no quieren usar; cómo decirle a alguien una cosa cuando no lo ha hecho bien o reconocérselo cuando sí lo ha hecho. Hace tiempo acuñé una frase: «Las formas son el nuevo fondo», y a cada empresa que voy, lo digo, supongo que porque me estoy haciendo mayor (ríe) Pero es que es fundamental. Uno puede ser contundente a más no poder siendo exquisito en las formas. Lo fácil es echar la bronca. Hay maneras mejores de advertir o arengar sin usar malas palabras o expresiones.

-Lo más llamativo es que en determinadas empresas la comunicación interna ni tan siquiera existe. Se da por sabida.

Miguel Ángel Luque ManosalvasJesús Caparrós

- Como la inteligencia emocional, el liderazgo, o el trabajo en equipo. Se dan por supuestas una serie de cosas que en realidad no se ejercen. Uno de los paradigmas en las empresas es que al mejor comercial lo promocionas a director comercial. Error. Es lo peor que puedes hacer. Porque normalmente el mejor comercial es un francotirador, un ‘Rambo’ que se preocupa de lo suyo y no tiene esa capacidad de mirar en 180 grados viendo las necesidades de su equipo o comunicarse bien. Después tienes a un posible líder que es ese comercial que no es el mejor en cuanto a ventas, pero sí el que cohesiona a la gente. A ese es al que hay que promocionar. Hay directores comerciales que no tienen ni puñetera idea de liderar. El liderazgo no lo tienen ni como competencia natural.

- ¿El líder nace o se hace?

- El líder se hace, como muchas cosas en la vida. Otra cosa es que tú tengas un talento natural o predisposición a ello. Si con esa predisposición acabas en un entorno en el que tienes que poner en práctica ese talento, te será más favorable. Pero conozco a personas que no tenían esas competencias de manera natural, y las han ido adquiriendo. Se convierte en un talento adquirido. Y se puede hacer. Es decir, todo el mundo puede ser un buen líder si tiene la voluntad para querer entrenarse. Nike resume su propósito de misión con un lema: ‘Si tienes un cuerpo, eres un atleta’.Evidentemente no conseguiremos ser Usain Bolt, pero si estás en un entorno deportivo puedes desarrollar un buen trabajo. Si además de predisposición natural te entrenas para ello, el salto es brutal.

- El líder se hace, como muchas cosas en la vida. Otra cosa es que tú tengas un talento natural o predisposición a ello.

- ¿Qué buscan los políticos cuando acuden a usted?

- He trabajado con pocos políticos. De hecho, he rechazado algunos trabajos en ese ámbito.Lo que han buscado, al menos en mi caso, ha sido mejorar la comunicación. Y lo que he hecho generalmente ha sido una toma de conciencia en cuanto a cómo se ven ellos, cómo les ven los demás y trabajar sobre eso. Al final lo que se busca es transmitir credibilidad, confianza y autenticidad, que creo que es el mayor activo que puede tener un político. Hay que sonar auténtico, no impostado. Y ese es un trabajo complicado porque hay una maquinaria al lado, que es el partido, equivalente a las grandes empresas. Las grandes empresas tienen una cultura que lleva muchos años rodando. Cuando aparece un ‘outsider’ que ve las cosas de forma diferente, al principio la maquinaria se para un poco, pero como hay tanta gente que vive de esa maquinaria, se activa otra vez y al ‘outsider’ le pasa por encima. Lo hemos visto con ejemplos como UPyD o Ciudadanos: como no tengas las cosas claras - esa autenticidad, ese rebelarte contra el statu quo- acabas fracasando.

- ¿El Universo se conjura para que consigamos lo que más deseamos?

- No, no, no y no. Sí creo que, en realidad, se tenga el condicionamiento interno para que tú des lo mejor de ti. Esa es tu única obligación. Pero también es verdad que hay gente que lo ha dado todo en su vida y no ha obtenido resultados. Y podrían mosquearse con el Universo, claro. En cambio hay gente que ha hecho poco y han obtenido mucho. Esa es la puñetera vida. No se pueden garantizar los resultados. Lo único seguro es la obtención de un estado de paz mental cuando has dado todo lo que has podido. Cuando uno da el máximo de lo que tiene y además se divierte, si el resultado no es el deseado, hay que integrarlo, porque vendrá otro reto, otro día. Y el Universo no estará ahí para que lo consiga. Nunca. Jamás.

- En las dinámicas de grupo ¿es necesario abrazarse y bailar?

- (Ríe) Sí. Vamos a ver… el abrazo ahora, afortunadamente, está muy de moda. Los deportistas, los artistas… la gente se abraza. Sí creo que es importante preguntarse para qué. Si mi hijo viene de hacer un mal partido, ahí es prescriptivo darle un abrazo. Yo me encuentro con un amigo que hace mucho tiempo que no veo, y es necesario el abrazo. Cuando estás trabajando con una empresa cuyo equipo está en un punto crítico, hay que estimular la conexión, esa parte kinestésica que contribuye a la cohesión. Pero abrazarse por abrazarse, dando saltos, como ves en esos eventos de transformación personal, está muy bien porque predispones a tu cuerpo para conectarlo con el cerebro. Pero luego hay que llenar el cerebro de ideas, tiene que haber un trabajo intelectual previo y posterior. Eso creo que es lo que diferencia el coaching profesional, normativo y ortodoxo de un animador sociocultural. Lo importante no es el juego o el abrazo, sino la toma de conciencia, de qué te has dado cuenta haciendo eso y cómo lo integras. Esa es la clave.