Bandas latinas
Las bandas latinas desde dentro: «Estos son los míos y por ellos doy la vida»
Katia Núñez, antropóloga experta en bandas latinas, revela a El Debate cómo son estas bandas, cómo funcionan, cómo se organizan y cuál es la solución al problema
Las bandas latinas han vuelto a Madrid con fuerza, aunque quizá realmente nunca se fueron del todo. Las reyertas ocurridas este último mes entre Trinitarios y DDP ha hecho saltar las alarmas y mostrar las garras entre ambos grupos.
Katia Núñez, antropóloga experta en bandas latinas, estudió con detalle y desde dentro el comportamiento de las bandas latinas, específicamente de los DDP y los Trinitarios, con quienes trató y convivió durante seis años.
Katia Núñez, antropóloga, estudió durante seis años desde dentro el comportamiento, tradiciones y formas de actuar de las bandas latinas
Estas bandas han sido definidas como «violentas y peligrosas», sin embargo Katia no se queda en esa imagen superficial de la realidad, sino que ahonda en el problema, sumergiéndose en la raíz: «En el momento en el que se crearon las bandas latinas, estos chavales se juntaban como un grupo de amigos, de apoyo».
Katia relata que «se empezaban a juntar en los parques como un grupo de iguales, con situaciones familiares parecidas, donde no se sentían diferentes ni excluidos. Compartían unos mismos intereses de cohesión, unidad y fraternidad».
De un grupo de amigos a una banda criminal
Las bandas latinas surgieron de la necesidad de sentirse en una familia, en un grupo, de sentimiento de pertenencia a algo. Sin embargo, impresiona el nivel de violencia al que pueden llegar estos pandilleros.
Katia detalla a El Debate que «cuando se juntaban ellos lo hacían con la idea de sentirse una familia, no con la idea de matar a alguien. Al principio no se tomaban el tema de las peleas como algo muy grande, ni el hecho de tener armas».
Cuando se juntaban ellos lo hacían con la idea de sentirse una familia, no con la idea de matar a alguien
Pero llegaron los problemas: identificaciones, juicios, acusaciones. Empezaban a ser detenidos. En ese momento comenzaron a percibir que algo estaba fallando, «pero ya se sentían demasiado dentro de la agrupación y ni siquiera interiorizaban o reconocían ellos mismos que estaban en una situación complicada».
«Cuando se empieza a estar dentro, no se tiene la obligación de tomar las armas, sino que se va asimilando poco a poco, a medida que va pasando el tiempo, porque el grupo va diciendo cuál es el rival y comienza a entrar en juego el concepto de fraternidad y lealtad entre ellos», señala Núñez.
«Quién está en contra de ellos está en contra de mi» y «estos son los míos y por ellos doy la vida» son dos de las frases que, según Katia, más definen a los pandilleros. Se guían por vendettas y es «este sentimiento de hermandad, fidelidad y lealtad el que les lleva a meterse en líos de tal calibre».
El perfil del pandillero
«Inmigrante, agresivo y con problemas de integración». Esta es probablemente la definición que cualquiera daría de un miembro de una banda latina, sin embargo, una vez más, Katia va más allá de la apariencia y se centra en la verdad.
«No hay un perfil claro de pandillero. Son chavales corrientes normalmente con ciertas situaciones familiares y con falta de afecto y unidad dentro de sus familias». Katia defiende que «son chicos que no se sienten comprendidos, que tienen una relación distante con sus padres y sobre todo, una gran falta de autoridad».
«Los chulitos del barrio»
«Cuando todo empezó, iban a las puertas de los colegios y se hablaba de captación en estos centros, aunque yo nunca he utilizado el término 'captar'», precisa Katia a El Debate el proceso de supuesta «captación» de miembros para las diferentes bandas latinas.
«Los miembros de las bandas tienen respeto, tienen liderazgo, son los chulitos del barrio, llaman mucho la atención. Y lo que hacen muchos menores es hacer méritos para entrar: desde videos en las redes sociales con la simbología de la banda hasta juntarse con ellos e imitarlos», prosigue Katia.
Muchos menores hacen méritos para entrar porque los miembros de las bandas «son los chulitos del barrio» y llaman mucho la atención
La antropóloga denuncia la falta de referentes hoy en día y culpa también a la potencia de redes sociales, destacando sobre todo Instagram y TikTok. Katia se refiere también a la jerarquía de las bandas: «Hay unos líderes que son los que pautan las normas y hay que obedecerlos. Son muy jerárquicos. Cuando los nuevos entran en la banda, entienden que tienen una obligación, que tienen que cumplir unas normas y se comprometen a ello.» Núñez compara la jerarquía pandillera con «un club muy exclusivo» donde «hay que someterse a unas normas y van a ser muy estrictos».
Más intervención social
Para Katia Núñez la solución está clara: intervención social. Defendía que «hay un problema enquistado desde hace 20 años que siempre se ha abordado desde un punto de vista punitivo». Deja claro su posicionamiento a favor de las medidas policiales y judiciales, sin embargo, declara que «debería haber mucha más intervención».
«Cuantos más proyectos intervengan, mejor. No somos una competencia, sino que se necesita que haya mucha gente trabajando con ellos: educadores de calle, intervención psicológica, trabajadores sociales, todos los dispositivos del barrio, mediadores». Katia finaliza recordando que «con estos chicos hay que trabajar tanto en la calle como en los centros».