Negocios centenarios de Madrid
La Antigua Relojería, ¿qué cualidades debe tener un buen relojero?
Cerca de cumplir un siglo y medio de edad, ha sobrevivido al impacto de un obús durante la Guerra Civil, a un cambio generacional y una pandemia mundial
Una de las fachadas más impresionantes de nuestro país está en Madrid. Ubicada en la calle de la Sal número 2, la Antigua Relojería es la responsable de esta verdadera obra de arte. Encabezada por una escultura de Antonio Mingote, cada hora suena una melodía indicando las señales horarias. Su escaparate de madera y las vitrinas relucientes hacen de este lugar único en su sector.
Con 142 años de experiencia sobre sus espaldas, este negocio se ha ido transmitiendo de generación en generación, aunque no fue hasta 1939 cuando no se pasó este testigo. Hasta esta fecha el responsable de mantener la relojería era don Inocencio, un hombre que los actuales dueños se preguntan cómo pudo aguantar tantos años al frente del negocio.
En 1939 don Genaro, abuelo de los actuales dueños, compró el local con el objetivo de sacar adelante a la familia. Además, durante la Guerra Civil un obús impactó sobre el lugar y fue él quien reflotó el negocio. Tras esta época de conflicto, la posguerra fue un periodo donde los hijos de don Genaro sufrieron la escasez de productos. «Fue un periodo muy duro», confesaba Ignacio García, propietario de la Antigua Relojería.
Don Genaro quiso conservar el aspecto del siglo XIX, una idea que todas las generaciones posteriores han mantenido. La fachada galdosiana con Mingote a la entrada y los muebles de época son la esencia de este lugar.
Nada más entrar una gran sala acoge a los llegados. La iluminación es impecable, el suelo está reluciente y cientos de relojes cubren las paredes y los estantes del establecimiento. Contigua a esta sala está el taller de reparaciones, una sala rectangular donde los dos relojeros reparan todo tipo de mecanismos, cristales, ruedas dentadas…
Pese a ser una de las relojerías más antiguas de España, los precios más altos están en torno a los 6.000 - 7.000 €
La sala principal ha sido testigo de todo tipo de relojes: de cuco, de mano, de pulsera… pero no solo este accesorio se ha hecho notar en la Antigua Relojería. Personajes históricos como Amparo Illana Elórtegui, mujer del expresidente Adolfo Suarez, fue a la relojería a por un reloj para regalárselo a su marido. Otra mujer de sobrenombre que visitó a los relojeros madrileños fue doña Carmen Polo, esposa de Francisco Franco. También han comprado alcaldes de Madrid, políticos y el ilustrador Antonio Mingote. Cada reloj tiene una historia que contar.
Los actuales dueños cuentan la anécdota del día que Santiago Segura fue a comprar un reloj para el director de cine, Guillermo del Toro. El mexicano días antes se acercó al número 2 de la calle de la Sal y estuvo viendo una pieza muy curiosa, pero al final no se la llevó. Entonces, el actor español quiso tener un detalle con el cineasta y se la regaló como detalle de nuestro país. Lo especial de este reloj es que el péndulo era una guadaña. «Imaginad que cada segundo que pasaba el filo oscilaba de un lado hacia otro», explicaba Ignacio García.
La clave para durar un siglo y medio
Uno de los mejores secretos que guarda la Antigua Relojería es la fórmula para aguantar durante 142 años. Los tres familiares que llevan la tienda: Ignacio García, su hermano Javier y su prima Reyes, responden que su clave del éxito está en llevar el negocio de forma personal, «uno debe implicarse por completo». «Muchas veces me han dicho que por qué no abrimos otro, pero entonces ya nos tendríamos que dividir y no sería lo mismo», comentaba Ignacio García para El Debate.
El trabajo en equipo y el trato personal ha convertido a la Antigua Relojería en un lugar centenario, emblemático y cercano de la capital. «Nosotros somos un sitio cercano, fácil de acceder e intentamos tratar a los clientes de una forma personal y con cariño», indicaba Ignacio García, propietario de la Antigua Relojería.
¿Qué debe tener un buen relojero?
«Lo primero, debe tener un conocimiento del producto, como en todo trabajo hay que partir de unas nociones para manipular los mecanismos, saber las características del mismo y los problemas que puedan surgir para posteriormente solucionarlos». Si te dedicas a la venta del producto «hay que tener una actitud comercial, empatía y cariño con tu trabajo. Hay que estar con alegría, con ilusión y cada día es una aventura nueva» confesaba Ignacio García.
El modus operandi que sigue la Antigua Relojería es el siguiente: en primer lugar, escuchan al cliente, con la información que ha proporcionado el futuro comprador, sacan una serie de relojes para que escoja. Le van aconsejando y estudian que pieza puede convenirle. «Normalmente cuando se escucha al cliente la primera opción que le mostramos es la que se lleva».