Negocios centenarios de Madrid Los nueve negocios centenarios de Madrid que son un referente en su sector
Muchos de ellos superan el centenar de años y comparten historia, valores y pasión por lo que hacen
Llevar un negocio no es tarea fácil y más cuando se ha de sobrevivir a más de 100 años y sucesos tan complicados como el Desastre del 98, la Guerra Civil o la pandemia de la Covid-19. Viendo el panorama historiográfico los índices de supervivencia deberían estar bajo mínimos, pero lo sorprendente es que casi al menos una decena de ellos siguen hoy con nosotros.
Durante cuatro meses, El Debate ha estado contado la historia, anécdotas, experiencia, secretos mejores guardados... de estos negocios; pero, ¿por qué son un referente, qué han aprendido, qué pueden enseñar, por qué siguen en pie, cuál es la clave de su éxito? Desde aquí agradecer a todos estos negocios que abrieron sus puertas y nos atendieron con mucha amabilidad.
Estas nueve casas centenarias son: Restaurante Botín, Antigua Relojería, Sombrerería Medrano, Peluquería Moderna, Calzados Lobo, Farmacia Lavapiés, Santarrufina, Ansorena y Viena Capellanes. Muchos de ellos superan el centenar de años y comparten valores e historia.
Restaurante Botín
Considerado por el Libro Guinness de los Récords el restaurante más antiguo del mundo, ha dado de comer a celebridades como Ernest Hemingway, Benito Pérez Galdós, Ramón Gómez de la Serna o Graham Green, entre muchos otros.
Un punto de inflexión en su vida fue durante la Guerra Civil, el ejército quiso detener a los dueños del restaurante que por aquel entonces eran los bisabuelos de los actuales dueños. La hija con el objetivo de salvar a la familia y al negocio ofreció el servicio de la Casa de forma gratuita, los militares cedieron y el testigo pudo pasar a la siguiente generación.
Un dato sorprendente de este negocio y el secreto de sus comidas es el número de años que tiene el horno. Esta longeva máquina lleva cocinando cochinillos y corderos durante 297 años y ha dado de comer a unas 500 o 600 personas a diario, aproximadamente. Desde la fundación del restaurante no se ha apagado nunca, no ha habido hecho histórico que apague la llama de esta familia.
La clave del éxito del restaurante más antiguo del mundo «es el trato humano que tienen con los clientes y entre ellos mismos». Así lo afirmó para El Debate Efren Otero Mourelle, metre del Restaurante Botín. Trabajar codo con codo y sacar adelante un negocio durante 297 años, refleja el éxito y el grado de competencia del restaurante más antiguo del mundo.
Antigua Relojería
Este negocio centenario tiene una de las fachadas más impresionantes de nuestro país. Ubicada en la calle de la Sal número 2, la Antigua Relojería es la responsable de esta verdadera obra de arte. Encabezada por una escultura de Antonio Mingote, cada hora suena una melodía indicando las señales horarias. Su escaparate de madera y las vitrinas relucientes hacen de este lugar único en su sector.
Uno de los mejores secretos que guarda la casa es la fórmula para aguantar durante 142 años. Los tres familiares que llevan la tienda: Ignacio García, su hermano Javier y su prima Reyes, responden que su clave del éxito está en llevar el negocio de forma personal.
El trabajo en equipo y el trato personal ha convertido a la Antigua Relojería en un lugar centenario, emblemático y cercano de la capital. «Nosotros somos un sitio cercano, fácil de acceder e intentamos tratar a los clientes de una forma personal y con cariño», indicaba Ignacio García, propietario de la Antigua Relojería.
El modus operandi para atender al cliente es el siguiente: en primer lugar, escuchan al cliente, con la información que ha proporcionado el futuro comprador, sacan una serie de relojes para que escoja. Le van aconsejando y estudian que pieza puede convenirle. «Normalmente cuando se escucha al cliente la primera opción que le mostramos es la que se lleva».
Sombrerería Medrano
La sombrerería más antigua de España está en la capital, vecina de la Puerta del Sol, en la calle Imperial número 12 está la Sombrerería Medrano. Con 190 años a sus espaldas, el negocio familiar guarda a buen recaudo la técnica para elaborar esta prenda, y es que «cada maestrillo tiene su librillo».
Entre las cuatro paredes no solo han pasado sombreros, gorras o boinas. Personajes políticos y artísticos se han hecho notar. Cineastas como Emilio Estévez, José Sacristán o Marta Hazas han confiado en la Sombrerería Medrano para lucir los mejores complementos en la cabeza. Incluso Joaquín Sabina se acercó para comprar su famoso bombín.
El truco para aguantar 190 años según Medrano es adaptarse a lo que te pide el público en el momento. Está claro que a lo largo de la historia ha habido crisis, sube-bajas… Y, al fin y al cabo, es adaptarse totalmente al producto, al tipo de fabricación o al tipo de venta.
Otra de las ventajas con la que cuenta la Sombrerería Medrano es que son diseñadores y vendedores. Ellos mismos confeccionan los sombreros que más tarde se ven en las estanterías. Beltrán Medrano, padre de Héctor, fue reconocido Maestro Artesano el 25 de junio de 1996. Y aunque cuenten con un experto en la materia, la familia escucha siempre al público.
Peluquería Moderna
Los españoles siempre nos hemos caracterizado por ser bastante presumidos y coquetos, los bigotes refinados del barroco, las barbas de los castellanos… El mejor ejemplo de este cuidado personal es la Peluquería Moderna, un pedazo de historia de Madrid que se ubica en la calle Alcalá 121 y que no solo ha sobrevivido a la historia, también a un asedio por las obras de las aceras.
Su público es de lo más variopinto. Generalmente por la mañana suele ir gente más mayor, al mediodía quienes salen de las oficinas y por la tarde la gente más joven, chicos que salen del colegio y del instituto. Han sabido adaptarse al cliente con todo tipo de cortes, incluido su corte clásico a navaja.
El secreto fundamental para aguantar 141 años es que es un negocio familiar, y su propietario, Alfonso de Brito, cree en los negocios familiares porque siempre han funcionado muy bien. En ellos se trabaja de forma desinteresada porque «no todo se mueve por dinero».
Además, la forma de tratar al público ayuda en su éxito. «Nosotros tenemos un concepto de barbería que quizá no es el que se lleva ahora. Siempre nos adaptamos a lo que tú quieras, porque nuestra política es que tú te sientas en el sillón y yo te pregunto qué es lo que quieres». Uno de los elementos que la hace única es el pequeño museo que tiene. Reliquias como lociones que se usaban desde la Guerra Civil, un calentador de agua con gas, un secador antiguo y una bacía son algunos de los objetos que guardan.
Calzados Lobo
Antes de que Cuba, Puerto Rico y Filipinas se independizaran de nuestro país, Calzados Lobo vendía zapatos a los madrileños de aquel entonces. Su historia se remonta justo un año antes del declive de España, el ya más que conocido Desastre de 1898. Ese año anterior, el señor Timoteo Lobo se embarcaba en un negocio que durará 125 años... y los que le quedan.
Su producto estrella es la alpargata, un calzado que se originó en Egipto y que posteriormente los romanos rediseñaron, aunque en sus inicios vendían calzados de todo tipo. Por el momento, cuentan con treinta modelos, aunque la amplia mayoría de los clientes prefieren el estilo clásico en negro.
Otra seña de identidad de Calzados Lobo es el origen de sus productos, todos españoles. Este tipo de calzado «es puramente de España y creemos que aquí hay artesanos muy buenos. Si la alpargata es un producto nacional, ¿dónde voy a encontrar unas mejores que en nuestro país?», indicaba Alejandro Blázquez, actual propietario de Calzados Lobo.
El Desastre del 98, la Guerra Civil y la pandemia fueron tres momentos críticos para el negocio. Durante los bombardeos de la guerra muchos madrileños se metían en las cuevas subterráneas que había debajo de sus hogares y hasta el día siguiente no salían. En cuanto a la Covid-19, fue una etapa muy delicada por el cierre tan repentino de los negocios, pero pese a ello le plantaron cara y han seguido adelante. Llama la atención cómo en un par de minutos la cola de espera baja por la calle Tintoreros.
Farmacia Lavapiés
Tras vivir una pandemia mundial, el sector sanitario ha demostrado que siempre prevalecerá y no se rendirá bajo ningún concepto. Ejemplo de esta resistencia y perseverancia es la Farmacia Lavapiés, ubicada en este barrio madrileño ha vivido etapas de la historia.
Su relevo es muy diferente del que estamos acostumbrados a ver con el de sus hermanos centenarios. En vez de pasar el testigo de forma familiar, la Farmacia Lavapiés ha tenido un salto profesional. Comenzó en manos de un doctor que pertenecía nada más y nada menos que al ejército isabelino, el señor Manuel Pardo. Años más tarde pasó a una familia que estuvo durante casi 100 años al frente. Y, por último, en el año 2008 la cogió la actual propietaria, María Esteban Giménez.
Uno de los secretos para aguantar más de siglo y medio es tener un un fuerte sentimiento por el negocio, algo en común con el resto de lugares centenarios. Otra clave para resistir es «adaptarse cada vez a los tiempos que corren porque todo cambia rápidamente y los clientes, ya no solo en este negocio, demandan productos diferentes y hay que estar a la altura».
Resistir a la Guerra Civil y a la pandemia de la Covid-19 hacen que la Farmacia Lavapiés sea un referente. A diferencia de otros negocios, esta casa permaneció abierta para dar servicio a los más necesitados. Durante la Covid «hemos vivido muchas fases y mis compañeras igual. Fases como el miedo, el hastío, la ira, la impotencia, la desesperación... Que no nos tuvieran en cuenta a los farmacéuticos...», explicaba la propietaria.
Santarrufina
El mundo de la artesanía es de los sectores más impresionantes y bellos que pueden existir, si a eso se le suma sastrería, orfebrería y restauración sale un negocio familiar que cuenta con 135 años a sus espaldas. Estamos hablando de Santarrufina, ubicada en la calle de la Paz, 9, vecina de la Puerta de la Puerta del Sol.
El mimo y el detalle con el que diseñan y fabrican los sagrarios, cálices, ostentorios y elementos eucarísticos es digno de admiración. El local cuenta con dos talleres, uno dedicado al textil, donde confeccionan a mano todo tipo de prendas, paños y manteles; y otro de restauraciones, allí se encuentran mayoritariamente tallas de madera.
Entre los encargos que han recibido se encuentran el botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela, y las túnicas y cálices de la JMJ de Panamá, un reto muy complicado debido al clima caribeño que deteriora los tejidos y materiales. Santarrufina ha atendido a la Santa Sede. El actual propietario, Rafael Molina, y su padre ofrecieron al Papa San Juan Pablo II un cáliz especial, una pieza única hecho para él.
La casa confiesa que el secreto para aguantar 135 años es la calidad, el trabajo y «luego la capacidad camaleónica de irte transformando y adecuando a los nuevos tiempos. Y en nuestro caso, como tenemos fe, Dios es la causa de que nos mantengamos firmes durante tantísimo tiempo». Por otra parte, la clave para fabricar un buen hábito «es el amor, como todo en la vida. Ese es el secreto para conectar con la persona que te encarga».
Ansorena
Nuestro país tiene una gran fama en cuanto a cultura, historia, literatura, arte y joyería se refiere, todo ello hace que las casas de subastas florezcan y muchos compradores se interesen por auténticas obras de arte. En Madrid, ubicada en la calle Alcalá, 52, se encuentra la casa de subastas más antigua de España, Ansorena.
Su público es muy variado a nivel nacional como internacional, llegando a tener entre 80-100 personas en la sala de subastas, y luego conectados online «puede haber hasta 2.500 personas» viviendo las pujas. Aunque matiza que de esa gran cantidad de personas, unas 200-300 personas son las que finalmente participan.
El secreto para aguantar 177 años recae en «el interés de las distintas generaciones por la continuidad de la empresa, porque realmente el mundo de las subastas y de la joyería es un sector apasionante. Inculcar dentro de la familia esa inquietud e interés por la empresa familiar es, en nuestro caso, el secreto para aguantar tantos años».
Los días previos a la subastas son claves para el tanteo y ambiente de esta. Lo primero que hace la casa madrileña es un catálogo de todas las obras que se vayan a exponer en la puja del mes, luego se hace una exposición durante 20 días para que los interesados puedan ver todas las piezas; este momento es bastante importante porque surgen las llamadas, consultas, solicitudes de información... Y el día de la puja es el acto final, donde Ansorena está deseosa de ver a los clientes pujar por un producto. Por cierto, la casa descubrió un Caravaggio entre sus manos, si quieren saber la historia completa pueden acceder aquí.
Viena Capellanes
Ubicada en plena calle Goya, 37, está una de las panaderías más longevas de nuestro país, Viena Capellanes. Fundada en 1873 por dos emprendedores, D. Matías Lacasa y D. Ramón Martí, quienes decidieron probar suerte en el mundo de la panadería introduciendo una clase de pan desconocido en nuestro país. Se trata del pan de Viena que patentaron y fabricaron en exclusiva durante 10 años.
Este negocio centenario ha sido pionero y ha ido por delante en muchos aspectos, aunque cabe destacar que en «otros se han tenido que adaptar», esta última cualidad en palabras de su actual propietario, Antonio Lence, es el secreto para aguantar 149 años.
«Lo primero que hicimos fue diversificar la gama de productos que no se introdujeron en la panadería. Después, se continuó con la bollería, la pastelería y los salones de té. Y esa fue la evolución de lo que hoy en día somos. Y aunque hemos cambiado mucho, mantenemos prácticamente los productos y la esencia».
La guinda al pastel sobre los 'adelantos modernos' fue la distinción de 'Proveedores de la Casa Real'. Estos repartos los hacían con unos impactantes vehículo, los conocidos Autogiros de Viena Capellanes, que eran furgones con un curioso a la vez que atrayente diseño de carrocería. Viena Capellanes es sinónimo de innovación y amor por el trabajo.
Los negocios centenarios son un recuerdo del pasado y un referente del presente. Han demostrado que pese a las dificultades saben resurgir más fuertes que nunca y que adaptarse a los tiempos y al cliente es vital para su supervivencia. Esperemos que aguanten otros 100 años más.