Madrid Los vecinos de Lavapiés se revuelven contra la inseguridad y la falta de limpieza
Para visibilizar toda esta problemática han empezado una campaña de banderas amarillas en los balcones del barrio
Los vecinos del barrio de Lavapiés sufren una situación crítica. Droga, basura rebosante en los contenedores, ratas corriendo por las calles, pisos turísticos ilegales o el narcotráfico, son algunos de los problemas que ponen en el punto de mira la seguridad de sus calles y deterioran considerablemente la calidad de vida de la zona. Esto ha provocado el descontento de los residentes que lo han reflejado en concentraciones improvisadas para denunciar esta situación.
El Consistorio, ante este panorama y en busca de una posible solución, ha colocado una serie de cámaras de videovigilancia y una mayor presencia policial en las calles de la zona, pero los vecinos indican que eso no es suficiente y necesitan más. Por ello, han redactado un manifiesto y han teñido sus balcones de un color significativo, el amarillo. «Para visibilizar toda esta problemática hemos empezado una campaña de banderas amarillas en los balcones del barrio y en Twitter bajo el hashtag #LavapiésDenuncia», subrayan los vecinos.
El escrito insta a que Lavapiés vuelva a ser un barrio limpio y fuera de drogas y narcotráfico. Además, plasma la preocupación y la indignación de todos los vecinos que se refleja en las multitudinarias concentraciones que se celebran por las calles y las plazas del barrio. El manifiesto no se olvida de pedir soluciones cuanto antes y recoge todo este malestar para que no quede en el olvido.
Los habitantes de Lavapiés se quejan que los principales problemas que afectan al barrio son: la droga, la basura rebosante en los contenedores, las ratas corriendo por las calles, los pisos turísticos ilegales, el narcotráfico, los socavones en las aceras, el mobiliario urbano deteriorado, la ausencia de servicios y viviendas sociales y otros más que preocupan seriamente a los residentes. El escrito vecinal divide en tres plazos lo que buscan y necesita Lavapiés para su vuelta a la 'normalidad'.
A corto plazo piden que haya una mayor presencia policial y de los servicios de limpieza para evitar las aglomeraciones de basura y la presencia de ratas; que se retire la licencia a las tiendas que vendían alcohol fuera de horario de venta; el desmantelamiento de los narcopisos y puntos de venta callejeros, y se arregle el mobiliario urbano que está en unas pésimas condiciones.
Por otro lado, a medio plazo solicitan que se luche intensamente contra el narcotráfico, incrementando las unidades de Policía y elaborando un Plan Integral para la prevención del consumo de estupefacientes. Por último, a largo plazo demandan atención en los servicios sociales.
Desalojo de la Quimera
El pasado 21 de septiembre, agentes de la Policía Nacional desalojaban el centro cultural de la Quimera, un edificio okupado durante dos décadas en pleno barrio de Lavapiés y que había recibido numerosas denuncias por peleas, venta de drogas y otros incidentes supuestamente protagonizados por los ocupantes.
La operación contó con un total de 80 agentes repartidos entre la Unidad Integral de Distrito (UID) de Centro Norte, UID Centro Sur, la Unidad Central de Seguridad y la Unidad Canina. Los agentes contaron un total de 60 ocupantes que habitaban en el edificio.
Por su parte, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, celebraba esta actuación y añadía que «tolerancia 0 con la ocupación y con las molestias que causa a los vecinos». A esta celebración se sumó el concejal presidente del distrito de Centro, José Fernández, que subrayó que «desde el principio luchamos contra la ocupación». Asimismo, añadía que «ese fue el compromiso del alcalde, y hoy, gracias a Inmaculada Sanz (delegada de Seguridad y Emergencias), Policía Nacional, los servicios sociales y la Junta de Distrito de Centro, La Quimera deja de ser un edificio ocupado».
Pese a este desahucio, los vecinos indican que «sigue habiendo narcopisos y mafias que trafican con metanfetaminas, pasta base y heroína, drogas muy agresivas, y que emplean a menores para su distribución. Quienes antes trapicheaban en La Quimera lo hacen ahora en las calles y plazas de alrededor del edificio».
Lavapiés necesita más atención que nunca, si continúa esta dejadez por parte del gobierno madrileño el barrio está destinado a convertirse en un pozo de violencia e inseguridad. Los vecinos ya se han manifestado y han dejado por escrito lo que necesita la localidad para su mejora y puesta a punto, ahora le toca a las instituciones regionales responder antes este declive.