Fuente de Cibeles, Madrid

Madrid

¿Conoces la historia de estos leones que puedes ver en Madrid?

Los leones del Congreso y los que tiran del carro de la diosa Cibeles son en realidad los mismos y representan a Hipómenes y Atalanta

Los leones más famosos de Madrid son, sin duda, los que dan la bienvenida en el Congreso de los Diputados, llamados comúnmente Daoiz y Velarde, y los que tiran del carro de la diosa Cibeles. Pocos saben, sin embargo, que se trata en realidad de la misma pareja de felinos que representan a Hipómenes y Atalanta.

El mito de Hipómenes y Atalanta

Como relata en mito griego que recoge Ovidio, Atalanta había sido abandonada por su padre cuando nació, defraudado de no haber tenido un varón. Así, la niña fue criada en el bosque por una osa, lo que la empujó a amar profundamente la naturaleza y convertirse en una cazadora nata. Un día, mientras vagaba entre los árboles, un cazador se topó con ella y decidió adoptarla. Atalanta regresó entonces a la civilización con el cazador y su esposa, y se desarrolló hasta convertirse en una muchacha bella e impetuosa. Muchos eran los que pedían su mano, sin embargo, a ella no le interesaba contraer matrimonio, pues prefería la libertad de mantenerse célibe consagrada a la diosa Artemisa, diosa de la caza y de los animales salvajes. Con todo, era tanta la insistencia que mostraban muchos de ellos, que Atalanta, conocida por todos por ser veloz como un rayo, proclamó que se casaría con el que la venciese en una carrera. Aquellos que no superaran la prueba, lo pagarían con su vida. De esta forma, pensó, se desharía de ellos y podría vivir despreocupada el resto de sus días.

Uno tras otro, los pretendientes intentaron sin éxito ganar a la joven, pero Atalanta doblaba sin esfuerzo el ritmo de todos ellos. Al lugar llegó un día un forastero, que prendado de la joven, decidió participar para poder desposarla. Pero Hipómenes, que así se llamaba, era astuto y sabía que en su terreno jamás podría ganarla. Debía seguir otra estrategia. Por eso, dirigió sus plegarias a la diosa Afrodita, a la que pidió que intercediera para alcanzar su deseo. La diosa, conmovida por sus ruegos, le prestó su ayuda y le dio tres manzanas de oro. El día de la carrera, Hipómenes fue tirando al suelo las manzanas mientras corría y de esta manera consiguió distraer la atención de Atalanta, que atraída por la belleza de las frutas doradas, las iba recogiendo hechizada por la diosa protectora de su contrincante. Por este motivo, Hipómenes consiguió llegar a la meta primero, y como correspondía por la palabra dada, contrajeron matrimonio e iniciaron un matrimonio feliz.

Atalanta e Hipómenes, Guido Reni, Museo del Prado, Madrid

Todo marchaba bien para la pareja de enamorados hasta que un día, sorprendidos por una lluvia torrencial, decidieron cobijarse en en templo dedicado a Cibeles, diosa Madre (que se identifica con Rea en el panteón griego). Al encontrarse solos en el santuario, la pasión los embriagó y la pareja no pudo contenerse de dar rienda suelta a su desenfreno. Cibeles, contrariada y ofendida por tan grave injuria, los castigó transformándolos en leones machos (evidentemente como reprimenda), condenándolos a tirar de su carro eternamente.

Los leones de Cibeles

La fuente de Cibeles en la que aparecen Atalanta e Hipómenes fatalmente metamorfoseados, fue concebida dentro del marco de remodelación urbana que ideó Carlos III, ´el alcalde de Madrid´, para dar a la capital el nuevo aire que ya se respiraba en París o San Petersburgo. La fuente fue diseñada de 1777 a 1778 por Ventura Rodríguez, arquitecto español que buscó una finalidad tanto ornamental como práctica, ya que uno de los caños servía para abastecer a los aguadores oficiales y en el pilón podían saciar su sed las caballerías. La materialización de la obra fue llevada a cabo por Francisco Gutiérrez, quien realizó la figura de la diosa y las ruedas, Roberto Michel, quien esculpió a los felinos, y Miguel Jiménez, quien labró las cenefas que adornan el carruaje.

Diosa y leones de la Fuente de Cibeles de frente

Los leones del Congreso de los Diputados

También son conocidos por todo madrileño los leones que saludan a ambos lados de las escaleras del Congreso que, esculpidos en bronce, han sido apodados coloquialmente como Daoiz y Velarde, en honor a los héroes del Levantamiento del Dos de Mayo. Ahora ya sabemos que en realidad se trata de Hipómenes y Atalanta, dos personajes atravesados por una trágica historia de amor. Las figuras se han constituido como todo un símbolo de la soberanía nacional y aparecen incluso en el logotipo de la Cámara.

Leones del Congreso de los Diputados, Madrid

En verdad, no estaba previsto que los petrificados felinos estuvieran aquí, ya que el proyecto inicial había destinado el espacio para dos farolas, que sin embargo no duraron mucho por ser poco solemnes para dar la bienvenida a la institución. Cuando fueron sustituidas por las dos efigies, no tardaron en tener que ser reemplazadas de nuevo, pues la accidentada historia de estos leones ha producido que hasta tres parejas de estatuas se hayan sucedido. Las que podemos observar actualmente han sido moldeadas por Ponciano Ponzano, y apoyan sus patas en actitud majestuosa sobre sendas bolas del mundo. Fueron fundidos en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla en 1865, habiendo tomado el escultor el material de los cañones enemigos de la Guerra de África en 1860, concretamente de los utilizados en la batalla de Wad-Ras, que puso fin al conflicto y dio pie a la Paz de Tetuán.