La Calzada del Gigante.

La Calzada del Gigante

Crónicas castizas

Historia y superstición científica

La pelea de dos gigantes, uno escocés y otro irlandés, dejó como resultado una calzada digna de verse en ambas orillas. Y algunos hechizados por la ciencia pretenden que fue un volcán

Cuenta la historia que hace años, miles de ellos o más, había dos gigantes en islas vecinas separados por el mar, uno irlandés, Finn MacCool, y otro, más grande, escocés, en una de las Islas Hébridas. Ambos estaban enfrentados, su rivalidad no conocía límites y cada uno de ellos se consideraba el más fuerte. Y tantas rocas se tiraron, con la intención de escalabrarse, que alfombraron con curiosas piedras hexagonales un trozo del mar que unía Escocia con Irlanda.

El gigante escocés, que era mucho más grande que su rival, con enormes patillas aunque no tan pelirrojo, decidió cruzar el brazo de mar empedrado y vencer a su enemigo en una lid personal, cuerpo a cuerpo. Dicho y hecho, corrió hacia el territorio de su enemigo. Sus pisadas hacían temblar el suelo y sus rugidos espantaban a cuanto nadaba bajo el mar y volaba sobre él. La mujer del gigante irlandés, al verle venir y comprobar su portentosa envergadura, sin ganas de enviudar aún, convenció a su marido y le vistió con ropajes de bebé. Herido en su orgullo pero temiendo otras lesiones peores, el irlandés accedió y espero contrito, chupete en boca, la llegada de su enemigo, confiando en que la treta de la hija de Eva diera resultado.

Cuando el escocés irrumpió en la casa de su odiado antagonista, la mujer impertérrita le requirió que no hiciese ruido porque no quería que se desvelase su bebé. En ese momento el invasor vio cómo era el presunto retoño del gigante irlandés y, por razones obvias, no quiso quedarse a esperar y enfrentarse cara a cara con el padre de tan enorme criatura. Huyó puente a través pero tuvo el buen tino de irse a la par que aplastaba a patadas y mazazos las rocas que unían a los dos países, para evitar que el gigante irlandés pudiera perseguirle furioso al saber de su presencia en las tierras de Irlanda y en su propio hogar. A ambos lados del Estrecho de Moyle, quedaron los restos idénticos de lo que antaño fue un puente levantado por el odio entre Irlanda y la isla hébrida Stafa. Hasta ahí la historia tal como fue.

Algunos fanáticos de la superstición científica cuentan la leyenda fantástica de que toda aquella maravilla es fruto del enfriamiento de la lava volcánica

La Calzada del Gigante o de los Gigantes, The Giant's Causeway, contiene unas 40.000 columnas de basalto.

Algunos fanáticos de la superstición científica cuentan la leyenda fantástica de que toda aquella maravilla es fruto del enfriamiento de la lava volcánica hace 60 millones de años. Como que estaban allí para verlo. Farfullan algo sobre el basalto, que como sabe cualquiera es una roca cristalina, aunque con cristales pequeños debido, dicen los lenguaraces paganos, a que su enfriamiento fue muy rápido y con una presión mucho más débil que la que soportan las rocas incandescentes que se transforman en granito a mayores profundidades. Pero la verdad irrefutable ya ha sido expuesta en el primer párrafo de estas humildes líneas.

La ciencia, señores míos, no es una fe ni una creencia sino una demostración. Por eso se pasó de la Física aristotélica a la de Newton y ésta se vio casi barrida por la de Einstein. La ciencia es inestable, sometida siempre a un continuo proceso de antítesis con otras hipótesis y de cambio por nuevas observaciones divergentes. La ciencia cambia con pruebas y experimentos. Digan lo que digan los fanáticos del calentamiento o cualquier dogma acientífico que toman como si de una fe se tratara.

En todo caso, la UNESCO, que yerra con frecuencia pero no siempre, declaró La Calzada del Gigante como Patrimonio de la Humanidad y Reserva Natural Nacional. Acertó, ya era hora.

Si vas a la Calzada, me darás la razón y un pescozón porque resbalarás en las rocas hexagonales y el mar embravecido te pondrá perdido.

La Calzada se encuentra en la costa nororiental de Irlanda, unos tres kilómetros al norte de Bushmills, donde hacen un buen whisky desde hace 400 años, en el Condado de Antrim, Irlanda del Norte para unos, Ulster para otros. Doy fe.

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