Este es el pueblo escondido (y dicen que más bonito) de la Sierra de Madrid
El pueblo desconocido que muchos consideran el más bonito de la Sierra de Madrid
Ante las extremas temperaturas que hay en la capital, muchos madrileños buscan un refugio al que escaparse. Existe un pueblo en nuestra comunidad, que nos ahorrará el viaje eterno en coche que hubiésemos hecho para llegar hasta alguna playa. Un pueblo oculto en la Sierra de Madrid, que pasa casi desapercibido frente a otros lugares de mayor popularidad como Buitrago de Lozoya o Patones de Arriba.
Estamos hablando de La Hiruela. Ubicado en los montes y bosques por los que serpentea el río Jarama, es el lugar perfecto para huir del ruido y las aglomeraciones de la gran ciudad. Además, se trata de uno de los pueblos mejor conservados de la Comunidad de Madrid.
El acceso al pueblo en el pasado era bastante complicado. En la actualidad, requiere conducir por una carretera de pronunciadas y peligrosas curvas no apta para cualquiera. Precisamente, la ubicación de La Hiruela y su difícil acceso durante muchos años, fue lo que propicio que el enclave se conservase tan bien y la ausencia de ruidos en la zona.
La arquitectura tradicional que conservan sus casas se basa en el uso de los materiales de la tierra, entre los que encontramos la piedra, el adobe y la madera. Son estos los que han conseguido que la villa se fusione de manera natural con el paisaje que le rodea y posea ese aspecto tan característico.
Dentro de la villa, destacan especialmente las carboneras. Estas se utilizaron hasta 1960 para obtener carbón vegetal de roble o brezo de manera tradicional. El carbón se comercializaba por los pueblos cercanos e incluso en el centro de la provincia, convirtiéndose así en una de las principales fuentes de ingreso de sus habitantes.
Por otro lado, la Iglesia de San Miguel Arcángel y el Molino harinero son sus edificios más emblemáticos. Ambos fueron restaurados siguiendo los patrones tradicionales de la arquitectura rural de la zona. El museo etnográfico completa la labor educativa de la villa, exponiendo utensilios y enseres de la vida rural de antes. También destacan las sendas por las que se organizan visitas guiadas, que cuestan 3 euros por persona (exceptuando a los menores de 7 años que no pagan nada).