Cristo de Medinaceli

Comunidad de Madrid

La historia del Cristo de Medinaceli: tallado en Sevilla, arrastrado por las calles de Mequínez y arrojado a los leones antes de llegar a Madrid en 1682

El famoso Cristo de Medinaceli, que goza de gran popularidad entre los madrileños que aguardan con ahínco cada Viernes Santo para verle en procesión, fue tallado en Sevilla en la primera mitad del siglo XVII.

Ese origen en la capital andaluza explica, según explica la Archidiócesis de Madrid , su iconografía correspondiente a los Cristos llamados «de la Sentencia».

Es dudosa la autoría de la imagen, de 1,73 metros de altura, y, mientras que unos se la atribuyen a Luis de la Peña, otros muchos se la adscriben a Francisco de Ocampo. La imagen se realizó por encargo de la comunidad de los Padres Capuchinos de Sevilla, quienes la llevaron a la colonia española de Mámora en el norte de África, llamada por los españoles San Miguel de Ultramar.

El día 30 de abril de 1681, Mámora cayó en manos de Musley Ismael y su ejército y la imagen del Nazareno fue también capturada y llevada a Mequínez. La historia atestigua por orden expresa del Rey Muley, la imagen fue arrastrada por las calles de Mequinez en señal de odio contra la religión cristiana y hasta algunos aseguran que, como si se tratara de carne humana, fue arrojada a los mismos leones.

Cristo de Medinaceli

Fue vista por el Padre de la Orden de la Santísima Trinidad, Fray Pedro de los Ángeles, quien, según aseguran desde la Archidiócesis de Madrid, arriesgando su vida y presentándose ante el mismo rey, solicitó el rescate de la imagen como si se tratara de un ser vivo. Se dice que el rey le permitió al padre trinitario custodiar la imagen, hasta que reuniera el dinero para su rescate, amenazándole que, de no hacerlo así, lo quemaría a él y a la imagen.

El Padre General de la Orden mandó a los Padres Miguel de Jesús, Juan de la Visitación y Martín de la Resurrección que se encargaran de servir de mediadores en la solución del problema y estos lograron convencer al rey Muley de que tasara el rescate de la imagen pagando su peso en oro. La leyenda asegura que la balanza se equilibró exactamente cuando se acumularon treinta monedas. Una y otra vez efectuada esta operación, el resultado fue siempre idéntico, con lo que el recuerdo del episodio evangélico en el que Cristo mismo apareció valorado en esas 30 monedas resultaba milagroso.

La primera advocación popular con la que consta que fue invocada la imagen del Cristo fue la de «Jesús del Rescate». Ya el 28 de enero de 1682, día de la constitución de la «Real Esclavitud», hay referencias de una Comunión General «en memoria de haber sido en el que quedó por propia de la Religión y enegenada de los infieles de la Santísima imagen de Jesús».

El Rey Felipe VI a su llegada al tradicional besapiés de Jesús de Medinaceli, en la Basílica de Jesús de Medinaceli,Europa Press

La imagen, ya rescatada, pasó después a Tetuán, de allí a Ceuta, y por Gibraltar a Sevilla, hasta llegar a Madrid en el verano de 1682, donde llega con fama de milagrosa. Ese mismo año se organiza la primera procesión a la que asiste el «todo Madrid», pueblo fiel, nobleza y casa real. Desde entonces todos los años, en la gran romería del primer viernes de marzo, asiste algún miembro de la familia real a rezar al Nazareno, este año lo hizo el Rey Felipe VI.