Doctora Nora Volkow.

Doctora Nora Volkow.

Crónicas castizas

Si Trotsky levantara la cabeza...

La seguridad de Trotsky en su casa de México corría a cargo de pistoleros estadounidenses contratados y bien pagados, aunque muy eficaces no parece que fueran visto lo visto

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto a mi padre ejercer el libre albedrío preguntándoles a sus nietos con total ecuanimidad: «¿A quién preferís, al abuelito o a un monstruo terrible que os coma por los pies?». La respuesta era obvia, pero en mi caso, al hacer la misma pregunta a mi primer nieto, eligió al monstruo sin titubear.

La cosa hoy va de abuelos. En una ocasión, cuenta el vicerrector Luis Eugenio Togores, que la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia decidió honrar concediendo el doctorado honoris causa a la bisnieta de León Davídovich Bronstein, conocido como Trotsky. Sí, ese menchevique que se pasó a los bolcheviques de Lenin y que fue el fundador del mal hado Ejército Rojo, y otras cosas peores del mismo jaez, mientras compitió por el liderazgo del comunismo mundial. Que al final Vladimir Ilich Lenin dio al bragado seminarista georgiano Stalin, hombre de pocas palabras, en lugar de al petulante judío Trotsky, que le había servido tan bien creando la maquinaria de matar que fueron los regimientos y batallones comunistas. El heredero de Lenin se apresuró a deshacerse de cuantos se definían como trotskistas disidentes o a él se lo parecía, con gran manga ancha al respecto. Y así ocurrió en la gubernamentalmente inolvidable guerra civil española con el Partido Obrero trotskista unido y su líder, Andrés Nin, torturado y asesinado junto a muchos de sus partidarios por instrucciones del general soviético Alexander Orlov en Alcalá de Henares, donde los progresistas no se afanan demasiado y le ponen pegas a recuperar su cuerpo. Martirio y muerte que sufrió a manos del PCE de Santiago Carrillo, la hoz y el pitillo. Aunque quien sí pudo sobrevivir por fortuna a la purga brutal de los comunistas a las órdenes de Moscú contra el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista fue el célebre escritor inglés George Orwell, que lo cuenta de soslayo en un ignorado libro llamado Homenaje a Cataluña, y describe posteriormente como es sabido las delicias del comunismo en 1984.

La seguridad de Trotsky en su casa de México corría a cargo de pistoleros estadounidenses contratados y bien pagados, aunque muy eficaces no parece que fueran visto lo visto. Y al final, un devoto comunista catalán, Ramón Mercader, pudo burlar la vigilancia no muy fervorosa, y no portando oculta una pequeña pistola o un recogido puñal, sino con un voluminoso piolet, y acabar con la vida del dirigente revolucionario de fama mundial y fundador de la IV Internacional comunista, que anda por la quinta escisión, y autor de la revolución permanente.

Nova Volkow, la descendiente, no fue premiada por el CEU por ser nieta de León Trotsky, o así lo suponemos, sino por su labor profesional y estudios sanitarios como médico y psiquiatra especializada en las universidades de México y Nueva York, en el tema de las adicciones, particularmente en el abuso de drogas. Y fue de las primeras en juzgarlas, no como una debilidad del carácter como se suponía al principio sino como una enfermedad del cerebro. De ello dice que conversó con el Dalai Lama, «la ciencia y la conciencia» de Mecano.

Quien potenció su carrera, cosas veredes, y puso un gran centro de Investigación de las adicciones a su disposición fue el patriarca de la familia Bush, George Bush padre. Quién sabe en qué pensaba el que había sido director de la CIA con el presidente Reagan que la dio un buen empleo. Y quien le ha concedido un doctorado honoris causa ha sido la Universidad Cardenal Herrera de la Asociación Católica de Propagandistas, bastante menos sectarios que su ancestro. Si su bisabuelo lo viera y levantara la cabeza… se daría con la tapa del ataúd.

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