Los continuos insultos y desprecios del delegado de Sánchez en Madrid provocan una ruptura institucional

El delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, está en el punto de mira del alcalde José Luis Martínez-Almeida tras «despreciar» continuamente a la capital. La guerra entre el representante de Sánchez y el Gobierno Autonómico y Municipal es constante. Esta semana el edil aseguraba que se iba a «replantear si invitar a Martín a los actos del Ayuntamiento» tras las palabras que pronunció este acerca de las medidas implantadas durante la legislatura del alcalde.

El delegado del Gobierno comentó que Almeida no plantea «soluciones a los problemas reales de la ciudad» y que sigue con el «bloqueo institucional al Gobierno» de Pedro Sánchez. Estas palabras motivaron que Almeida asegurase que se iba a replantear su relación institucional con la Delegación del Gobierno.

En este sentido, señaló que el delegado de Sánchez en Madrid «no podía aprovechar el debate sobre el Estado de la Ciudad para insultar al Gobierno de la ciudad de Madrid». Almeida aclaró que iba a seguir manteniendo relaciones institucionales con la entidad del Gobierno pese al desprecio de su máximo representante.

Sin embargo, aclaró que respecto de la figura del delegado del Gobierno se ha «cansado de sus insultos» y de su «falta de respeto institucional». Así, anunció que se iba a replantear si invitar a Martín a los actos del Ayuntamiento porque no se le puede «dar pista para que siga insultando a este Gobierno municipal».

Baile de invitaciones

Almeida meditó su anunció y estuvo a punto de cumplirlo. Este viernes se celebraba la entrega de medallas de la Policía Municipal y el delegado del Gobierno estuvo casi de no ser invitado por parte del Ayuntamiento de Madrid. El Consistorio mantuvo las formas y envió la invitación a Martín.

Francisco Martín señaló -antes de tiempo- que «no es la línea adecuada» y que es «el responsable de dirigir la seguridad ciudadana en Madrid». También explicó que no le llegó la credencial para acudir al pleno del debate sobre el Estado de la Ciudad y que hubo que «solicitarla al presidente del Pleno».

Por su parte, la vicealcaldesa de Madrid, Inma Sanz, criticaba este jueves que el delegado del Gobierno se dedicase a «opinar e interferir» sobre competencias que no son suyas, mientras tiene sus tareas «desatendidas».

Así, denunció la falta de efectivos policiales: «cuando le reclamamos los mil policías municipales más, nos dice que si eso va a venir o no a resolver las inoperancias organizativas de la Policía Municipal de Madrid. Yo le recomendaría al delegado que se ocupe de sus competencias que son muchas y las tiene un poquito abandonadas».

Semanas antes, Almeida señalaba que Martín se había convertido en el «jefe de la oposición» en Madrid y de haber «traspasado todas las líneas rojas». El edil invitaba a echar un vistazo a la cuenta de Twitter del delegado del Gobierno que, a su juicio, compete con la de Óscar Puente.

El alcalde madrileño apuntó que es «muy difícil reunirse con el delegado del Gobierno, porque todos los días insulta al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid. Para que haya reunión, tiene que rectificar, porque tiene un cargo institucional. Mientras persista en esta conducta, la reunión parece muy difícil que pueda celebrarse».

Ayuso y el delegado

Los enfrentamientos entre Ayuso y Martín se cuentan por decenas y son tremendamente variados. Las pistas de esquí de Navacerrada, el plan hidrológico de Sánchez para la capital, las infraestructuras del sistema eléctrico, la red de Cercanías, la gestión de la inmigración, la financiación autonómica...

Así como la educación concertada y privada, la política fiscal de la Comunidad o la gestión de la pandemia y lo que se llamó «desescalada por fases», a cargo de un inexistente comité de expertos, son solo algunos de los temas que han provocado el choque entre ambos Gobiernos.

En enero de este año, la presidenta de la Comunidad de Madrid dejaba claro que «no está para hacer amiguetes, ni para buscar la foto fácil», y que «lo que hace falta son hechos y no gestos». Por su parte, Francisco Martín acusaba a la presidenta de «despreciar las oportunidades para hablar y para sentarse».