Los pisos que Franco mandó construir para los militares en el centro de Madrid y que ahora valen más de un millón

Madrid guarda una gran cantidad de edificios emblemáticos de estilo brutalista: las Torres Blancas, la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas o el edificio Princesa. Este último ubicado en plena glorieta de San Bernardo guarda una curiosa historia sobre cómo casi se queda sin construirse y cómo hay otro arquitecto detrás de este proyecto arquitectónico.

Su artífice, Fernando Higueras, revelaba esta curiosidad en un coloquio en el Círculo de Bellas Artes. «Un chico me llamó por teléfono, se llamaba José Manuel Medrano y por aquel entonces estaba en segundo de arquitectura. Me pedía trabajar en el estudio y yo le contesté que no me daba la gana».

El chico no desistía y llamó varias veces, pero siempre se encontraba con la misma respuesta, «el señor Higueras no está en este momento». Un día volvió a sonar el teléfono y el estudio decidió ver quién era. «Se trataba del general Medrano de Miguel, el padre de José Manuel, el gerente del Patronato de Casas Militares de España».

El mando «nos transmitió que Franco quería construir un bloque de viviendas para militares y que estaba harto de arquitectos militares o famosos o catedráticos de la Escuela». En definitiva, buscaban un buen arquitecto que no tuviera ningún cargo, que no trabajara en ningún sitio y fuera bueno.

Para cederle el proyecto solo había una condición, que el joven que en palabras de su padre «le daba más al trinki que a estudiar» estuviera con él en el estudio para que aprendiera. «Él que se fije mucho, que barra el estudio. Y por supuesto ni una perra», recuerda Higueras de la llamada del general.

El arquitecto reconoce que se equivocó al rechazarle en un primer momento, ya que «cuando vino era un fenómeno, trabajaba más que yo y Miró (el otro arquitecto que colaboró) juntos. Ganamos un montón de concursos y el jurado para demostrar la diferencia dejó desiertos el segundo y el tercero».

Edificio la Princesa

Fernando Higueras subraya que esta obra se «debe a la caballerosidad y a la generosidad de una persona que no intentó sacar ningún favor a cambio de ese maravilloso engaño». El inmueble se empezó a construir en 1975 y recibe el nombre de edificio Princesa porque se construyó en el solar que ocupaba el antiguo hospital que en la actualidad se ubica en Diego de León.

Lo que pretendía Higueras era edificar una obra libre y además abierta a los sentidos, donde juegan un papel muy importante el hormigón y la vegetación. Desde la Fundación Higueras añaden que es precisamente la monumentalidad del hormigón lo que «le dota de su aspecto tan contundente y definitivo».

La estructura del edificio se hace de hormigón armado, que se deja visto con su propio color y textura. Con esto se consigue una gran economía, ya que se evitan los trabajos de albañilería necesarios para cubrir la estructura, y el edificio muestra sin complejos su modo de construcción.

A la preocupación de Higueras por la vegetación se suma también su preocupación por la luz, y quizá uno de los mejores ejemplos se materializa en el aparcamiento, que recibe iluminación y ventilación natural a través de tres lucernarios.

El edificio alberga pisos de grandes dimensiones –de más de 150 m²–. Uno de ellos se vende por 995.000 euros y cuenta con una superficie de 246 metros repartidos en 5 habitaciones, 3 baños y dos terrazas, según indica el portal inmobiliario Fotocasa.

Hace menos de un año, Telemadrid recogía en profundidad cómo es este tipo de viviendas. En este caso Aurora explicaba que su piso tiene 160m² y contaba con numerosos tabiques y dos terrazas. El precio ronda 1.300.000 euros.

Desde 2005 estuvo en estos edificios la sede del Principado de Asturias en Madrid, con entrada en la calle de San Bernardo, una suerte de embajada que acabó encallando y sacando a subasta pública sus 1.500 metros cuadrados, distribuidos en tres plantas.

El proyecto quería simular unas ruinas aztecas cubiertas por vegetación. De ahí que la fachada esté 'invadida' por plantas colgantes. Un alero da sombra a la fachada y se instalaron piscinas en lo más alto para recoger agua de la lluvia y reutilizarla para el riego de las plantas. Un edificio 'ecológico', algo que ni se imaginaba en aquella época.