La primera conductora del Metro de Madrid, Estrella Aranda

La primera conductora del Metro de Madrid, Estrella ArandaMetro de Madrid

Metro de Madrid

Solteras o viudas: el requisito que exigía Metro de Madrid a las mujeres para trabajar hasta 1984

Aunque Metro de Madrid fue una empresa pionera en contratar a mujeres cuando, a principios de los años veinte, muy pocas féminas tenían un empleo en España, hasta el año 1984 lo hizo con unos requisitos que a día de hoy resultarían descabellados: estar solteras o viudas. Es decir, ninguna mujer casada podía trabajar en el suburbano madrileño hasta hace cuarenta años.

Ese año, el Tribunal Constitucional declaró ilegales esas excedencias forzosas a las que las taquilleras, el empleo que desempeñaban las mujeres en el Metro, eran obligadas a tomarse una vez contraían matrimonio. Además, 1984 marcó otro hito que fue que, por primera vez, una mujer, Estrella Aranda, ocupó el puesto de conductora de Metro.

Aranda se presentó en promoción externa a una de las plazas de conductor jefe de tren en el año 1983, pero su instancia y la de todas las mujeres que concurrieron fueron rechazadas al no cumplir con los requisitos que se solicitaban, esto es, medir más de 1,60 metros; no tener problemas de visión, y tener el servicio militar cumplido.

Esto, en la práctica, imposibilitaba que ninguna mujer pudiera acceder al puesto puesto que el servicio militar estaba reservado exclusivamente a los hombres. Aranda recurrió este extremo amparándose en la igualdad de sexos que consagra la Constitución española y logró el puesto.

Como homenaje, el año pasado el Ayuntamiento de Madrid decidió nombrar la zona verde situada en la avenida de Cavanilles 56, distrito de Retiro, jardín Estrella Aranda.

Historia de las mujeres en el Metro

Metro y Telefónica fueron dos de las primeras grandes empresas españolas en contratar a mujeres. En el caso del servicio ferroviario bajo tierra, se les asignó puestos de oficinas o expidiendo billetes en taquilla. Eso sí, siempre y cuando no estuvieran desposadas.

Tal y como recoge el libro El Metro de Madrid. Medio siglo al servicio de la ciudad 1919-1969, escrito por Mario Gómez-Santos, el hecho de que mujeres estuvieran trabajando cara al público era un hecho tan inusual, que la empresa publicó una nota de prensa que decía: «La Compañía confía en que el público de Madrid, por su cultura, obedecerá a las indicaciones de los empleados y tratará con su proverbial cortesía al personal femenino de la Empresa».

Después de la Guerra Civil, según señaló Metro en un artículo publicado con motivo de un homenaje de la expresidenta Cristina Cifuentes en 2017 a los taquilleros de Metro tras 98 años de servicio, el aumento de usuarios motivó la convocatoria de un concurso para contratar nuevo personal, en concreto 80 plazas de revisoras: tenían prioridad al 80 % de los puestos las excautivas, huérfanas y otras mujeres económicamente dependientes de las víctimas nacionales de la guerra. A partir de aquí, también la figura del hombre se incorpora a este puesto de trabajo, y se crea además el cargo de taquillero-complementario que estaba reservado a los « Caballeros Mutilados de Guerra».

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