
Una mujer observa el río Manzanares a su paso por el puente de los Franceses, a 21 de marzo de 2025, en Madrid (España)
Madrid
¿Por qué a los madrileños también se les llamó ballenatos? La curiosa historia sobre un comerciante en el Manzanares
Existe una leyenda que explica por qué a los ciudadanos de Madrid también se les conoció en otro tiempo como «ballenatos»
El río Manzanares ha sido uno de los protagonistas de las últimas y lluviosas semanas en Madrid por el riesgo de desbordamiento. El «arroyo, aprendiz de río» al que se refería Quevedo, ha sufrido un aumento considerable de su cauce por las precipitaciones. A pesar de las burlas, el Manzanares cuenta historias que, aunque no son populares entre los madrileños de hoy, forjan parte de su identidad como población. La enorme crecida del río que atraviesa la capital, evoca un Manzanares navegable, de otra época. Lo que pocos saben es que esto sí pasó en realidad.
Cuenta la leyenda que una ballena habitó las aguas del río Manzanares. Esto provocó que, en algún momento de la historia, el término ballenato se emplease para referirse a los naturales de la ciudad de Madrid, como explica el diccionario de la Real Academia Española. Aunque hoy el término está en desuso, muchos desconocen el porqué del apodo.
La historia, recogida en dicho diccionario, dice que hubo un bodeguero que navegaba por el río Manzanares transportando sus mercancías. Debido a un accidente, varias tinas de vino cayeron al agua y el comerciante comenzó a gritar desesperado: «¡Una va llena!», «¡Una va llena!», haciendo aspavientos con los brazos mientras señalaba su mercancía. Los que estaban en la orilla del río, entendieron que su respuesta se debía a la presencia de una ballena. Por el boca a boca, lo acontecido llegó a la Villa de Madrid y los lugareños creyeron que realmente este animal nadaba en el Manzanares. Su reacción fue bajar a la ribera del río con armas para poder acabar con el cetáceo.
Al llegar, su sorpresa fue inmensa: solo vieron barricas de vino en la orilla. La ingenuidad de los habitantes resultó tan graciosa para otros territorios que la noticia se divulgó por todas las regiones de España. Llegó a tal fama, que a los naturales de Madrid se les comenzó a llamar ballenatos.No se sabe con certeza si este suceso ocurrió verdaderamente o forma parte del imaginario de la población de la Villa. Lo que sí está claro es que, aunque hoy no se conozca a los madrileños por este nombre y no haya ballenas ni tinas de vino que floten en las aguas de su río, es imperioso rescatar estas leyendas que caen en el olvido.
Esta no es la única historia de la capital que tiene como protagonista a un cetáceo. En 1954, «Moby Dick» llegó a la capital. Se trataba de una ballena gigante cazada en el Atlántico que se exhibió en Moncloa durante un corto periodo de tiempo. Como cuenta el NODO de la época, un sinfín de madrileños pagaron su entrada para poder verla. A pesar de que el cadáver del animal fue sometido a unas cantidades ingentes de formol, las altas temperaturas del verano aceleraron su putrefacción. El animal comenzó a despertar un olor insoportable en los alrededores de Moncloa. Finalmente, la exposición cerró y, en un estado un tanto cuestionable, la ballena fue trasladada durante unos días a Zaragoza y Barcelona.