Doce años de la tragedia del Madrid Arena, el macroconcierto que se convirtió en una ratonera mortal
Cinco jóvenes murieron aplastadas por una avalancha de gente debido al sobreaforo en un pabellón del Ayuntamiento de Madrid
La organización aseguró que se vendieron 9.650 entradas; sin embargo, las investigaciones indicaron que se pusieron a la venta 23.000 tickets y accedieron al recinto más de 27.000 personas
La madrugada del 31 de octubre al 1 de noviembre de 2012 Madrid quedó consternada por una de las tragedias que han marcado el ocio nocturno en la capital. Cinco chicas fallecían durante un macroevento de música electrónica en Halloween que se celebraba en el Madrid Arena en el que actuaba Steve Aoki, un DJ de renombre internacional. Las víctimas fueron: Belén Langdon, Katia Esteban, Cristina Arce, Rocío Oña y Teresa Alonso, quienes salieron la noche de Todos los Santos como los 27.000 jóvenes que se congregaron en este lugar para disfrutar de la noche.
Algunos de los de los testimonios más desgarradores que se escucharon fueron: «me muero, no puedo respirar»; «no puedo más, dile a mi padre que le quiero»; «han aplastado a una chica a pisotones»; «o soltaba a mi amiga o me rompía el cuello»; «tenía una masa de gente encima».
El Ayuntamiento de Madrid contrató al empresario Miguel Ángel Flores para organizar una fiesta de tamaño colosal con motivo de la noche de Todos los Santos (Halloween en EE.UU.) en el Madrid Arena, uno de los pabellones de mayor tamaño de la capital.
La relación entre la entidad pública y la empresa del promotor era muy buena, hasta tal punto que facturaba más de 74 millones de euros al año gestionando varias fiestas, eventos y discotecas más importantes de Madrid.
El 31 de octubre, a las 21:30 horas, la organización comenzó a abrir las puertas para el control de entradas. A esa hora, los jóvenes empezaron a entrar al Madrid Arena al ritmo que los guardias de seguridad verificaban los pases.
Sin embargo, esto fue lo único que hicieron los vigilantes: «No pasé ningún control, ni registro, sino que solo me pidieron la entrada en los tornos», explicó Amor López, una de las testigos en el juicio posterior.
También relató que entró con una garrafa de cinco litros y dos botellas escondidas en los pantalones. Dos horas más tarde, a las 23:30, comenzó la fiesta con varios DJs que pincharon música electrónica y encendieron al público. La emoción crecía, y la fiesta de Halloween parecía cumplir con las expectativas.
«No pasé ningún control, ni registro, sino que solo me pidieron la entrada en los tornos»
A la una de la madrugada (1 de noviembre), el vestíbulo de acceso y la pista central empezaron a saturarse. Ambas áreas «estaban abarrotadas de público», según se recoge en el sumario judicial del caso 'Madrid Arena'.
Una hora y media más tarde, la organización cerró y reabrió varias veces los accesos, tanto el principal del edificio como el acceso por la rampa que conducía directamente al público con el muelle de carga; de esta forma se generaba un embudo por el que solo discurría una entrada y salida principal junto con dos vomitorios secundarios.
«Todo eran empujones, no se podía andar, no se podía casi ni respirar en el recinto entero», narró la superviviente Amor López.
A pesar de las aglomeraciones que describían los testigos, entre las 2:30 y las 3:45 los agentes de seguridad cerraron la entrada principal, desviando el ingreso de personas por una salida de emergencia que conectaba directamente con la pista ya abarrotada, superando el límite permitido de aforo. Otro acceso habilitado fue el muelle Mónico, por donde la multitud también intentaba salir.
La organización aseguró que se vendieron 9.650 entradas frente a las 10.620 personas que tiene como máximo el aforo. Pese a la opacidad de las cifras que se indicaron, a posteriori se descubrió que se vendieron 23.000 entradas y accedieron al recinto unas 27.000 personas, casi el triple de lo permitido.
A las 3:40, el DJ internacional Steve Aoki subió al escenario. En ese momento, unas 3.000 personas que estaban fuera haciendo botellón ingresaron por la puerta principal sin control ni entrada.
Todo eran empujones, no se podía andar, no se podía casi ni respirar en el recinto entero
Dentro del recinto, muchos jóvenes ubicados en las plantas superiores intentaron bajar a la pista central para presenciar el espectáculo. Por parte de la organización «no hubo ninguna sectorización del público por niveles que evitara la masificación», relatan varios testigos.
La actuación de Aoki prendió la mecha de la catástrofe que se viviría durante varias horas después. Tras la decisión de habilitar la salida principal como punto también de entrada, este enclave se convirtió en una ratonera. Varias personas querían salir a la par que muchas otras luchaban por entrar para no perderse la actuación.
Belén Sastre, de 16 años y amiga de Belén Langdon (víctima), relata que quisieron ir al baño por uno de los vomitorios, pero la puerta de este se cerró. Entonces decidieron ir por la salida principal.
«Ahí fue cuando todo el mundo quería entrar y nosotras salir, nos empezaron a empujar y es cuando Belén y yo fuimos las primeras en caernos», explica Sastre.
Testimonios desgarradores
Estos fueron los momentos más críticos. «Nos caímos de la mano las dos al suelo, le dije vamos a levantarnos, pero estábamos boca arriba. De repente nos empezó a caer gente, fue tan rápido que no te da tiempo a reaccionar, nos empezó a caer muchísima gente encima, no veía nada, estábamos cogidas de la mano en el suelo y tenía el brazo completamente torcido. No sentía las piernas por toda la gente que había encima», añadió la superviviente.
La joven agregó que, mientras estaban en el suelo, ambas gritaban «me muero, no puedo respirar. Llegó un momento que dije 'si me tengo que morir aquí me muero'. Me puse a rezar y me quedé inconsciente hasta que 'reviví'. No entendía nada de lo que había pasado, todo el mundo estaba gritando y llorando», enfatizó Belén Sastre.
Otra testigo, Carmen Rodríguez, amiga de Katia Esteban, Cristina Arce y Rocío Oña, tres de las víctimas, relató que Katia, momentos antes de fallecer, le pidió que enviara un mensaje a su padre.
Me puse a rezar y me quedé inconsciente hasta que 'reviví'
«Dile a mi padre que le quiero mucho». «Tenía una pierna en el suelo y una masa de gente encima de mí. Intentaban sacarme de los brazos, pero no podían», ha explicado la superviviente del Madrid Arena. Rodríguez pudo salir gracias a la intervención de varios chicos que la agarraron del cuerpo y lograron sacarla. «Allí no había nadie que dirigiera ese salvamento, nadie pudo», recordó.
Selam Al-Hamouti también estuvo a punto de morir junto a una amiga. Relató que uno de los atrapados gritó «que me dejéis salir, joder» y presionó su cuello con el codo. «O soltaba la mano de mi amiga o me rompían el cuello».
Además, afirmó que la cara de su amiga «se ponía morada y cambiaba de color, no tocaba el suelo, estaba literalmente flotando. Cuando volví a ver a Sandra tenía una cara de cadáver, con la vista ida, pero al menos estaba viva».
Macarena González, superviviente del trágico suceso, detalló que se desplomó en el suelo, «tiré del pelo de mi amiga para que el chico que la había liberado la viera y la sacase del gentío». «Durante la avalancha la gente que tenía debajo mordía y arañaba para conseguir salir», ha concretado la chica.
La enfermería fue un punto clave tras la tragedia, muchos asistentes acudieron con personas heridas o con las futuras víctimas que horas más tarde acabarían falleciendo. Pablo Estrada trasladó a Katia Esteban a las dependencias sanitarias, a su llegada había dos personas de más de 70 años con traje, al parecer del chico no eran médicos.
En el habitáculo estaban dos víctimas que nadie se preocupó por ellas. La joven que llevaba Estrada acabó en el suelo por órdenes de las personas trajeadas. Las investigaciones han apuntado que una de las jóvenes que ya estaba en enfermería era Cristina Arce, una de las fallecidas.
Desde las 4:07 hasta las 6:50 se produjo la primera llamada al 112 que envió rápidamente al Samur, quien atendió a una de las víctimas que falleció en el traslado al Clínico. En el lugar del suceso desgraciadamente murieron otras dos víctimas. A las 6:00 terminó el evento y a la hora se acabó el desalojo de todos los asistentes.
Condenas
Tras este drástico suceso, Miguel Ángel Flores fue condenado a cuatro años de prisión como máximo responsable del evento. Además, tuvo que pagar una indemnización de dos millones de euros de responsabilidad civil y solidaria.
Cuatro año después de los hechos llegó la sentencia de la Audiencia Provincial que indicaba que Francisco del Amo, coordinador de eventos del Departamento de Operaciones de la empresa pública, fuese sentenciado a tres años de prisión por cinco delitos de homicidio. Del Amo fue el encargado de permitir que se superara el aforo y que la fiesta se siguiera celebrando.
Esa misma condena le cayó al director de Diviertt, Santiago Rojo. Por otra parte, condenaron a dos años de prisión al jefe de personal de Diviertt, Miguel Ángel Morcillo, y al socio de Kontrol 34, (empresa encargada de controlar el acceso al recinto) Carlos Manzanares.
Además, se absolvieron a ocho procesados, entre ellos los médicos Simón y Carlos Viñals, quienes no atendieron a la víctimas en la enfermería, así como al exjefe de la Policía Municipal de Madrid, Emilio Monteagudo.
Pese a todos los años de condena que recayeron sobre los acusados, la madre de Cristina Arce califica la pena de «broma de mal gusto» por la baja cantidad de años.