Entrevista
Nicolás Redondo: «En la amnistía no hay épica, es simplemente un mercadeo en un zoco impresentable»
El exlíder de los socialistas vascos también ha expresado que «el PNV fue uno de los elementos que más entorpeció la lucha contra ETA» ya que «siempre buscó justificaciones literarias, más o menos esotéricas, para entender las acciones terroristas»
Nicolás Redondo Terreros (Portugalete, Vizcaya 1958) –hijo de Nicolás Redondo Urbieta, histórico sindicalista de UGT– fue secretario general de los socialistas vascos desde 1997 hasta 2001 y diputado del Parlamento regional durante 17 años. El pasado mes de septiembre el PSOE de Pedro Sánchez decidió expulsarle de la formación pretextando un «reiterado menosprecio a las siglas» del partido, aunque realmente su destitución se ha debido a las críticas que ha realizado sobre la amnistía a los líderes del procés. Redondo acaba de publicar No me resigno: populismo, nacionalismo y retos del socialismo español, donde hace tanto un llamamiento a la cordura como un elogio de la España constitucional.
–En su libro llega a afirmar que Sánchez manda en el PSOE con «unidad soviética».
–En el PSOE no ha habido en estos últimos 50 años nadie que tenga tanto poder como Sánchez, ni siquiera el Felipe González de los 202 diputados. Es más, creo que nunca se le ocurrió a González utilizar el poder que tenía, que era menor que el que tiene Pedro Sánchez. Los dirigentes políticos democráticos, de derechas y de izquierdas, tienen que saber que una de sus grandes virtudes es la contención. No hacer todo lo que uno quiere –ni siquiera todo lo que uno puede– sino reequilibrar y analizar los intereses generales y después actuar.
–¿Qué le parecieron las palabras de Sánchez en el acto de esta semana en el que se rindió homenaje a su padre?
–No las oí, la verdad. Estaba hablando con gente. Vamos, protocolarias. Sánchez no conocía a mi padre e hizo algo protocolario, inevitable porque es el secretario general del Partido Socialista Obrero Español.
–Durante la presentación de No me Resigno calificó a la ley de amnistía como «una ley de impunidad». ¿Cuáles van a ser las consecuencias de esta medida?
–Primero tengo que rechazar a los que relacionan esta ley de amnistía con la Ley de Amnistía del 77, que fue un acto germinal de nuestra democracia. Allí nos abrazamos todos; los jóvenes, los viejos, las mujeres, los hombres, los del norte y los del sur. Todos. Y en ese abrazo decidimos mirar hacia el futuro para provocar la mínima concordia sobre la que poder construir una democracia asentada.
Esta amnistía no tiene nada que ver, ya que es una ley para obtener siete votos que son necesarios para el Gobierno. Es evidente que no va a provocar más concordia, lo estamos viendo, y además va a ser utilizada por los nacionalistas para imponer más intensamente su doctrina. Debilita y deslegitima en gran parte al Estado democrático y a la Justicia. En estos términos, es un baldón tanto en la historia del PSOE como en la historia de España. Lo que está sucediendo, y la ley de amnistía en concreto, será duramente calificado por la historia. Veremos el recorrido que tiene desde un punto de vista jurídico, pero en cualquier caso no hay grandeza, no hay épica, no hay magnanimidad, es simplemente un mercadeo en un zoco moralmente impresentable.
Bildu sigue enalteciendo, engrandeciendo y fortaleciendo la leyenda de ETA
–En la obra también es bastante crítico con el PNV, desde su papel en la Transición hasta ahora.
–El PNV ha sido distinto según qué épocas. Este PNV actual, que igual desaparece dentro de unos meses cuando se vaya Urkullu, es distinto al PNV de Xabier Arzalluz. Al PNV, no sé por qué, le perdonamos absolutamente todo, y siempre se hacen diagnósticos equivocados con él. Hace unos cuantos años traicionó al señor Rajoy, por la espalda, con nocturnidad y con toda la tranquilidad del mundo; y todavía hoy los dirigentes del Partido Popular persiguen algunos beneficios de la relación con el nacionalismo vasco. No se dan cuenta –tanto los del Partido Popular como los del Partido Socialista– que al PNV no hay que ir a buscarle, el PNV te viene cuando tienes el poder, porque ha llevado toda su vida yendo hacia el poder, lo tuviera quien lo tuviera. Y esa es una norma que ha mantenido inflexiblemente a lo largo de muchísimos años.
Efectivamente, durante la Transición el PNV no estuvo a la altura de la realidad histórica que nos tocó vivir. El PNV siempre buscó justificaciones literarias, más o menos esotéricas, para entender las acciones terroristas de ETA. Fue uno de los elementos que más entorpeció la lucha contra ETA. 'Esto de los chicos', 'alguna razón habrá', 'es que esto no es lo que queremos', 'el conflicto no se ha resuelto'... Son frases que les daban, quisieran o no, justificaciones a los terroristas. Además, todo lo hacían por un cálculo mercantil y de naturaleza política. Por eso realizamos el Pacto por las Libertades. Y por eso creo que en un momento determinado era inevitable que el PSOE y el PP se pusieran de acuerdo después de unas elecciones, porque para derrotar a ETA era imprescindible estar en el Gobierno. Aun siendo lendakari una buena persona, como era el señor Ardanza –mucho mejor intencionado que otros– el PNV era un verdadero obstáculo para una acción 100 % eficaz contra la banda terrorista ETA. Por cálculo y por miedo.
–¿Cómo valora la decisión del PSOE de otorgar la Alcaldía de Pamplona a Bildu, a los que usted define sin ambages como «los herederos de ETA»?
–Me parece mal, y desde un punto de vista moral, absolutamente rechazable. Bildu no ha recorrido el camino que tiene que recorrer. Por lo tanto, no puede ser un socio político normal. Los mismos socialistas navarros dicen que no pueden gobernar con él porque no ha recorrido el camino que tiene que recorrer. Si no ha recorrido el camino que tiene que recorrer para que usted pueda gobernar con él, tampoco lo habrá recorrido para que tenga la alcaldía. Es otra contraprestación, que supongo que abochorna a muchos socialistas.
Es evidente que Bildu es un partido legal –yo no le quiero ilegalizar como otros– pero no es un partido normal porque sigue enalteciendo, engrandeciendo y fortaleciendo la leyenda de ETA. En consecuencia, todo lo que consiga estará relacionado con ese pasado terrible y dramático. No ha hecho ese punto y aparte que es imprescindible para considerarlo un partido normal. Por lo tanto, no debería jugar un papel protagonista en la política española.
Lo que no sucedería en ningún lugar de Europa es que siguiéramos a Puigdemont por los aeropuertos para hacer una mesa con un intermediario
Lo más razonable en Navarra serían acuerdos entre el Partido Socialista y UPN. Pero sucede que últimamente los socialistas vamos en contra de lo razonable. Lo mismo pasa con la política nacional. Lo lógico y lo normal hubiera sido que después del 23 de julio el PP y el PSOE se hubieran puesto de acuerdo. Eso ocurriría en Alemania, como lo recordó el líder de la centroderecha en el Parlamento Europeo, y en cualquier otro sitio de Europa.
Lo que no sucedería en ningún lugar de Europa es que siguiéramos a Puigdemont por los aeropuertos para hacer una mesa con un intermediario que convierte un conflicto interno, de una parte de la sociedad española, en un problema internacional. Y en ningún lado sucedería que un partido del arco parlamentario recurriera al partido que dirige un fugado para obtener siete votos y así convertirse en el partido del Gobierno. Esa es la triste realidad en la que estamos viviendo. Todo lo demás no es verdad, sino que son argumentos a posteriori; simple y sencillamente mala literatura. Y la mala literatura no puede encubrir lo que realmente está sucediendo.
–Para terminar, ¿cree que va a volver algún día al PSOE?
–No lo sé. Llega uno a una edad en la que cada vez le queda menos tiempo. Yo sé que coincidiré con ellos en el futuro en la defensa de determinados principios. Lo único que no he cambiado son mis principios y mis perspectivas. Si ellos vuelven al mejor PSOE, al que fue tan beneficioso para España, a la moderación, a ser un partido reformista, a mirar al futuro más que al pasado, y si tienen ganas de ganar y no sólo de gobernar, podemos encontrarnos.