El misterio del robo del trigo ucraniano
El caso de las toneladas de trigo y semillas ucranianas que han desaparecido por miles se ha convertido en una cuestión de interés internacional
Lo del trigo ucraniano está siendo un auténtico caso de espionaje, suspense, emoción, indignación, robo… El caso de las toneladas de trigo y semillas ucranianas que han desaparecido por miles se ha convertido en una cuestión de interés internacional. Porque en realidad no se han esfumado (nada desaparece), sino que su destino es otro y de otra manera.
El equipo de Reality Check ha realizado para la BBC un trabajo sustancial en una labor de auténtico periodismo de investigación analizando este problema; que es grave y que afectará a la alimentación internacional a lo largo de los próximos meses. La alimentación de grandes masas de población es una cuestión geoestratégica, de auténtica política internacional. Pueden faltarnos muchas cosas, pero no el pan de cada día. De ahí ese interés.
Con toda seguridad, estos terribles incidentes formarán parte de la historia de la alimentación de los próximos años. Y veremos cómo el panorama se irá complicando más en los próximos meses.
La cuestión es que, al ir ocupando las ricas tierras productoras de cereal y girasol, los rusos fueron robando directamente las cosechas en primera instancia. Pronto se dieron cuenta de que los campesinos empezaban a sabotear las cosechas, y cambiaron las tácticas, empezando a pagar a precios irrisorios, eso sí, pero al menos les evitaban la ruina total. Una táctica que puede violar las reglas de la Convención de Ginebra, la cual garantiza la seguridad de las potencias ocupadas. Quizás intervengan, pero cuando hagan algo ya será tarde.
Moscú niega los hechos
Moscú ha negado los hechos, como parece normal, pero desde finales de junio está enviando cereales desde la Ucrania ocupada por tierra y mar. La investigación es exhaustiva e incluye cámaras de vigilancia, entrevistas a campesinos, imágenes de satélite, camiones robados con GPS y todo tipo de pruebas. El grano se ha transportado en estos camiones, que tenían GPS, hacia Crimea. Y desde ahí a Rusia, desplazamiento que resulta muy sencillo porque solamente tienen que atravesar el Estrecho de Kerch a través de la isla Tuzla por el Puente de Crimea, por carretera.
También en Kerch tienen otra opción, que es cargar el grano en barcos rusos, mezclándolo incluso con grano de origen ruso, y allí es donde se certifica que el total de la mercancía es rusa. Una maniobra maquiavélica.
En el primer caso (el transporte por carretera), ni siquiera hay que trasvasar el grano en los barcos, porque en este caso, cereal y camiones robados van directos a Rusia en una maniobra sencilla. Pero hay más opciones, por ejemplo, en la ciudad de Oktiabsrki, en Crimea, también se conducen camiones de trigo hasta las vías del tren, donde se trasladan a vagones de mercancías hacia su destino, sea este cual sea.
Hacia Crimea
Es fácil traspasar todo el grano hacia Crimea en primera instancia, ya que está cerca de las zonas de producción y es territorio controlado por Rusia desde 2014; y desde allí se puede llevar con cierta comodidad hacia otros destinos por tierra y mar. Fíjense las tremendas cantidades de cereales y semillas robadas que habrá, que entre otras cantidades, se han localizado caravanas de hasta 350 camiones en el cruce de Chongar, al noreste de la península de Crimea, todavía en Ucrania, pero junto a la frontera con Rusia.
Una vez pasada la frontera, sigue el transporte de la mercancía hasta la ciudad de Dzhankói, donde los camiones llegan hasta las líneas ferroviarias que transportan hacia otros destinos en grandes vagones de carga. Los trenes de Dzhankói tienen como destino los puertos de Sebastopol y Kerch (de nuevo Kerch, un lugar estratégico). Y desde allí, se puede llevar de nuevo a Rusia o incluso hacia otros países.
Esos países, hasta ahora, son Siria y Turquía, y recordamos que los propios rusos certifican que el grano procede de su país, en una maniobra maquiavélica. En realidad, si el grano fuera ruso, carecería de sentido que partiera del puerto de Sebastopol, ya que en Crimea no se produce esta enorme cantidad para la exportación.
Aumenta la sensación de inquietud comprobar que esos barcos practican lo que se conoce como «navegación engañosa», al apagar el ais (emisor de posición, rumbo y velocidad) cuando se mueven cerca de la zona. Y cuando los vuelven a encender, estas naves se encaminan hacia el sur y presentan una línea de flotación más corta, lo que significa que están cargados con más peso. Cargados con el trigo, maíz y girasol robados a Ucrania.
Legislación internacional
La cuestión es que esta práctica de apagar los rastreadores quebranta la legislación internacional, en concreto la Ley de Seguridad de la Vida en el Mar (Convenio SOLAS), por la que los localizadores de los barcos comerciales deben estar siempre encendidos. Esto no afecta en todo momento a los buques de guerra, que sólo tienen obligación de llevarlo en determinados sitios como canales y puertos.
Así que más que el oro, más que la tecnología, más que nada que puedan ustedes imaginar… el cereal y las semillas siguen siendo tan sustanciales en nuestras vidas que están dando origen a una auténtica operación logística de una descomunal envergadura. A un robo internacional de colosales dimensiones. El caso de los alimentos cuyo destino es incierto. Lo único indiscutible en esta cuestión es que Ucrania ya no es dueña de ellos, y que los canales de comercialización tradicionales se han quebrado.
Europa tendrá que incidir con rapidez y eficacia en el autoabastecimiento, en una mejor logística y en buscar soluciones. Y tendrá que hacerlo ayer. Porque necesitamos el cereal.