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Antiguo Egipto

¿Qué comían en el Antiguo Egipto?

Hay unas interesantes piezas que los historiadores conocemos como óstracon, que nos proporcionan esa ventana al pasado

Solemos creer que somos los únicos, los primeros en inventar, descubrir o conseguir algo. A veces, especialmente en cuestiones científicas o tecnológicas, esta premisa se cumple. En otras, los códigos y las prácticas de la Antigüedad nos sorprenden, y rescatamos un conocimiento singular como el caso de las notas de compra de productos o la preparación de platos de «comida rápida».

Comer, y comer todos los días en la Antigüedad, era un asunto complicado en algunas zonas, especialmente en las más frías, pero era más sencillo en lugares tan apasionantes, complejos y feraces como lo fue el Antiguo Egipto. Disponer de algo de pesca, o cazar algún ave estaba al alcance de cualquiera. Sin embargo, los egipcios no se quedaron con esos medios para un fácil consumo, trabajaron más y mejor y terminaron desarrollando unos extraordinarios recursos para la ganadería y la agricultura. Que devengó en una alimentación cuidada, variadísima, compuesta en su base por cereales y legumbres, enriquecida con innumerables productos de huerta y con menos frecuencia, de carnes de todo tipo. Desde vacuno a cerdo, cabra y cordero, aves e incluso algunas piezas que hoy sorprenden como el asno salvaje.

Lo más interesante es que podemos abrir una ventana al pasado, egipcio en este caso, en un momento en el que ciertos documentos que en su época se intercambiaron entre particulares, documentos que nos muestran el comportamiento de la sociedad en cuestiones de alimentación. Hay unas interesantes piezas que los historiadores conocemos como óstracon, que nos proporcionan precisamente esa ventana al pasado. Se trata de fragmentos de cerámica en los que se escribían cosas cotidianas; cosas como, por ejemplo, la cuenta de un carnicero a su cliente. Y que, debido al sólido soporte se han conservado ¡afortunadamente! hasta la actualidad.

La cuenta de un carnicero

En realidad hay infinidad de textos de este tipo, aunque últimamente he podido trabajar con uno de estos ellos que es la cuenta de un simple carnicero, y hay varias cosas que destacar en él. En esa ventana hacia la Antigüedad observamos con atención que lo primero es el cuidado con el que el carnicero, que probablemente también era cocinero, anotaba cada pedido de su cliente en la misma pieza de cerámica. Además, no solamente apuntó las piezas de carne y si estaban cocinadas o no: anotó la cantidad, la fecha y el tipo de carne. Gracias a ello, sabemos que algunas piezas se destinaban al consumo de la familia y otras se preparaban a gusto del cliente principal, o sea, del padre de familia. Un tercer grupo de carnes se preparaban para ser entregadas en los templos, como ofrenda para el sacrificio a los dioses.

El carnicero no solamente desollaba las piezas, oreaba la carne troceada, preparaba filetes o embutidos (eran especialistas en preparar salchichas de todo tipo). Además, elaboraban algunos guisos en una especie de cocina rápida para que el consumidor pudiera llevarse a casa algunos platos elaborados. Y a su gusto, no de cualquier forma, porque muchos egipcios pudientes eran sumamente selectos, no se conformaban con cualquier cosa.

Para ello, diversos especialistas se repartían el trabajo, y había expertos en descoyuntar a los animales, en practicar los cortes o en fraccionar las piezas. Finalmente, algunos cocinaban y los ayudantes repartían a domicilio si se solicitaba el servicio. Hasta ahora, todo es familiar, nada extraña. Esta era la vida cotidiana que se puede observar, vemos gente atareada, dando de comer a otros, trabajando por una sociedad en la que todos se beneficiaban de las diferentes actividades. Hemos mejorado mucho desde entonces, pero no lo hemos inventado todo, ojalá que los historiadores dispongamos de infinidad de piezas como esta, que son esas ventanas abiertas al pasado y que nos muestran un mundo distinto, sí, pero no tan diferente al actual. Porque, aunque cambien los medios técnicos o el desarrollo tecnológico, detrás de todo ello palpitamos las personas.