El rebujito: ¿bebida de la feria o invento victoriano?
Desciende del cup o ponche de las bisabuelas y del sherry cobbler británico
Hace más de 25 años, en las ferias de Andalucía comenzó a establecerse un nuevo tipo de bebida que con frecuencia después sustituiría al Jerez en Sevilla, al Montilla en Córdoba o al vino de Moscatel en Málaga, entre otros. Se trataba del rebujito, una mezcla más refrescante que combinaba con hielo y Casera, Seven Up o Sprite, la ya famosa Manzanilla sanluqueña. Pero la idea no era tan novedosa como pueda parecer. Veamos.
¿Qué es el rebujito? Se trata de un cóctel inicialmente creado en la época victoriana, entorno a 1850, que se tomaba tanto en el Reino Unido como en España y Estados Unidos. En sus comienzos, combinaba el fino de Jerez, ya internacionalmente conocido desde Shakespeare, con limonada o gaseosa y algo de azúcar. En inglés tomó el nombre de sherry cobbler, mientras que en España se llamó ponche o cup, este último nombre también usado actualmente en Estados Unidos para describirlo. La primera mención que existe al respecto data de 1838, cuando del sherry cobbler tomó nota una escritora canadiense, si bien tomó más relevancia al ser mencionado en la obra picaresca de Dickens, Vida y aventuras de Martin Chuzzlewit.
Si en los Estados Unidos se explicaba cómo prepararlo agitando en una coctelera sirope, limón, naranja, jerez y hielo para luego servirlo en vasos altos con hojas de menta y rajitas de naranja y limón, en España era más típico mezclar los elementos en un gran bol de cristal o ponchera, quizás por ser una bebida más grupal o para reuniones de señoras en verano. En la época de las abuelas y bisabuelas que nacieron en el cambio del siglo XIX al XX, se utilizaba el gran recipiente con o sin tapa y un cazo de cristal, compañero con el que se servía luego el ponche en vasos bajos, catavinos o tacitas de cristal labradas.
De este sherry cobbler luego nacieron en Europa sucesivamente el de champagne, clarete o whisky, versiones aligeradas ideales para la primavera y el verano, que mezclaban caldos blancos o espumosos con fruta cortada, azúcar, soda y hielo, servidos con frecuencia en copas de flauta. En los Estados Unidos, especialmente en la cálida California, sigue siendo el cup de vino blanco servido en una gran ponchera central una bebida para reuniones y cenas informales.
El rebujito, la bebida estrella de la Feria de Abril sevillana, así como de las otras ferias andaluzas, ha sustituido al previamente omnipresente fino, que al no mezclarse en su día ni con gaseosa ni con hielo, resultaba tener efectos más potentes en las largas tardes de feria, entre el sol, los volantes, el flamenco y el albero. Aunque se supone que puede ser un modo de estropear el vino, las propiedades refrescantes del rebujito aligeran la bebida. Pero incluso en España, el rebujito se popularizó antes en las romerías como el Rocío o La Candelaria durante los años 90, tomando prestado el nombre del rebujo, una bebida de Huelva que combinaba vino dulce con gaseosa. Tras las romerías, donde se camina al sol durante horas, el rebujito pasó a hacerse popular en las ferias andaluzas entorno a 1995-1997.
Como siempre, una buena campaña de promoción por parte de los bodegueros sanluqueños convirtió la Manzanilla, hasta los 90 coto privado en parte de la costa gaditana, en ingrediente imprescindible del rebujito. En general, para su preparación se llena una jarra o una tetera metálica grande hasta la mitad con hielo, añadiendo como líquido un tercio de Manzanilla o fino y dos tercios de casera (blanca, como decimos en el sur), Sprite o SevenUp. Lo ideal es picar el hielo previamente y se puede añadir alguna rama de hierbabuena. En la feria se sirve en el tradicional catavinos o en un vaso pequeño y marida perfectamente con jamón ibérico, queso local, pescaíto frito, langostinos o tomate aliñado. Aperitivos muy españoles y apetecibles.