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Vasijas micénicas o pithoi, donde se almacenaban hasta 500 litros de cualquier alimento

Vasijas micénicas o pithoi, donde se almacenaban hasta 500 litros de cualquier alimentoPicasa

Gastronomía

El Mediterráneo jamás fue minimalista

Todas las comidas saben mejor cuando el entorno es hermoso

Pasando unos días de trabajo en el maravilloso museo Ashmolean de Oxford, estoy en búsqueda de unas piezas para completar el pequeño hilo de una investigación y observo la vitalidad que uno puede encontrar en un museo. Que no es un lugar donde desfallecen piezas incomprensibles, sino por el contrario, donde se conservan y exponen catálogos siempre en construcción, donde se vuelve a dar vida a la vida que una vez fue.

En este caso con piezas exquisitas, cuidadísimas y con un extraordinario criterio expositivo. El historiador puede sentir un regocijo inmenso cuando se encuentra como en casa en uno de estos templos del pasado. Esto es justamente lo que convierte un trabajo en auténtica devoción, en amor por la labor propia. No se puede pedir más a la vida que amar aquello a lo que uno dedica sus días.

Las primeras piezas en el sentido temporal, en la historia de la humanidad, son aquellas que procuran, facilitan o transforman el alimento. Véanse hachas de mano, lanzas, puntas de flecha, anzuelos o molinos de mano donde triturar el cereal. La tecnología nació gracias a la necesidad de obtener alimento, y de ahí se expandió a otras necesidades, incluso se observa belleza en muchas de las piezas, que están fabricadas primorosamente desde la prehistoria.

Decoradas con color o mediante incisiones y en el caso de la cerámica a veces adornadas con pequeños objetos como conchas o piedras. Comer, como nos enseñan la historia y la arqueología, no ha sido solamente comer; hay un sentido más allá, que es gastronómico, por tanto con una derivación artística, espiritual e incluso vinculada con las creencias.

Y todo esto se puede observar en muchos restos del pasado. Por ejemplo en grandes vasijas micénicas pithoi– en las cuales los gobernantes conservaban grano, aceite de oliva o vino, y que son hermosísimas despensas que podían contener más de 500 litros de cualquier producto. Podemos advertir belleza en las delicadas copas romanas de cristal, aún intactas, o en las elegantes jarras pintadas y con forma de pato, que tienen hasta un asa para tomarlas más fácilmente. En estas piezas se conjugan ergonomía, arte, practicidad y belleza, todo ello alrededor del alimento.

Pithoi

Estas piezas conjugan ergonomía, arte, practicidad y belleza

El Mediterráneo jamás fue minimalista. No hay más que asomarse a las pinturas del Palacio de Knossos, a las cerámicas orientales, a las abigarradas y las fascinantes piezas etruscas. Color, armonía, expresión y hasta escenas completas, podemos observar en muchas piezas, como las de la cerámica de figuras rojas. Oinokoes, calix, tazones, morteros, askos, piezas del pasado para satisfacer necesidades humanas de todos los tiempos, realizadas con precisión, armonía y belleza.

Todas las comidas saben mejor cuando el entorno es hermoso, cuando las piezas de mesa resultan armoniosas y por supuesto, el propio alimento es abundante y está bien cocinado. Con las prisas de la vida actual parece que se nos pierden cosas importantes que justamente son las fundamentales, las que conforman el gozo de vivir. Todavía estamos a tiempo para dejarnos asombrar por cómo nuestros antepasados solucionaron todas estas cuestiones. O, por qué no, para cambiarlas nosotros mismos.

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