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Torrija madrid

«Buenos productos, buena harina, buena leche y buen aceite» son el secreto de la receta ideal

Gastronomía

Esta es la pastelería con la mejor torrija tradicional de Madrid

La delicia gastronómica en un bocado de pan, leche y azúcar

No ha llegado aún la Semana Santa, pero la gastronomía madrileña se prepara para recibirla de la mejor manera posible. El potaje de vigilia, los soldaditos de pavía, las croquetas de bacalao, el hornazo o los pestiños son algunas de las opciones culinarias para disfrutar de esta conmemoración cristiana anual. Claro que es imposible hablar de ellas sin mencionar las tradicionales torrijas que aderezan las comidas. Se calcula, de hecho, que las cerca de 600 pastelerías artesanas de Madrid vendan en torno a las 7 millones de unidades durante este tiempo de torrijas. Y todo ello sin contar las que abuelos y padres elaborarán en la cocina de cada casa.

Este dulce, con una base de pan frito, entra cada año en los fogones cuando salen las cofradías, una tradición intocable desde hace 2.000 años. Según la historia, aunque hoy en día se innova buscando reinterpretar este clásico bocado, la receta original sigue siendo la más demandada y vino de la mano de Marco Gavio en el siglo I, que ya mencionaba en aquel entonces una rebanada de pan sumergida en leche, a la que llamaba aliet dulcia –plato dulce–, en la que, eso sí, no aparecía el huevo en su elaboración.

De leche, miel o crema, con o sin canela... las opciones a día de hoy son infinitas, pero solo unas en la capital pueden presumir del título a las Mejores Torrijas de Madrid. La Asociación de empresarios artesanos de pastelería y panadería de la Comunidad organiza este concurso cada año desde hace siete en el marco de la feria Intersicop (salón Internacional de Panadería, Pastelería, Confitería e Industrias Afines).

De las manos de la joven pastelera Jennifer Pozón, de la pastelería Formentor ha salido la torrija ganadora en la categoría tradicional, una torrija «100 % tradicional con una tradición de 60 años», según ha relatado Pozón. Se trata de una receta hecha con «buenos productos, buena harina, buena leche y buen aceite», productos «sencillos», ha concretado Pozón, que pondrá esta torrija a la venta el próximo 8 de marzo.

«La meticulosa elección de materias primas continúa siendo pieza clave en la elaboración artesana de las ensaimadas y de otros productos, el vehículo que nos permite ofrecer, precisamente, lo mejor de nosotros». Porque sí, la pastelería comenzó como un genuino forn mallorquín en pleno Barrio de Salamanca y en manos de la familia de Antonio Forteza Piña, dueño y artesano del Forn de Santa Eulalia en Palma de Mallorca, a la capital.

La cálida acogida por parte de los madrileños y el éxito de las ensaimadas no se hizo esperar. En poco tiempo se hicieron famosas, así como otros productos que empezaron a comercializar como las conocidas torrijas.

Pastelería Formentor

Pastelería Formentor nació como un forn mallorquínInstagram

La más innovadora y la opción sin gluten

Por su parte, la pastelería Cercadillo, situada en el madrileño barrio de Usera se ha alzado con el premio a la mejor torrija innovadora de corte tradicional, una torrija bañada en canela y naranja y cubierta con chocolate bombón y decorada con bolitas de cereal cubiertas de chocolate.

Por último, en la modalidad de 'sin gluten' el premio se ha ido a la pastelería La Oriental, un galardón recogido por su pastelera, Araceli Andía, quien ha explicado que tienen una «receta secreta» para elaborar la base del pan, así como que su torrija está bañada en tres leches que se dejan infusionar 48 horas, y después está caramelizada con azúcar y canela y coronada con un semifrío de vainilla.

En esta edición también participaron las pastelerías Sana Locura, Gluten Free Bakery, Gastro Shop, pastelería Manacor, pastelería Celilocos, pastelería Mifer, pastelería Viena Capellanes y pastelería Paco Pastel. Fue precisamente el propietario de esta última, Paco González, el que ensalzó la labor del sector pastelero madrileño con esta cita: «Vale más un pastelero con la varilla en la mano que cincuenta señoritos por la Gran Vía paseando».

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