Todo lo que los Juegos Paralímpicos le deben a los soldados heridos en la Segunda Guerra Mundial
Mañana arranca en París la Paralimpiada, un movimiento iniciado en los Juegos de Stoke Mandeville, creados para la rehabilitación de los soldados ingleses paralíticos
La historia del movimiento paralímpico nació en un hospital a unos 60 kilómetros al norte de Londres y tiene un único protagonista, el neurocirujano judío alemán Ludwig Guttmann. Un hombre de gafas redondas, pequeño bigote y enorme convicción a juzgar por los testimonios que se conservan de él y que forman parte de la exposición sobre la historia de los Juegos Paralímpicos que puede verse en el Panteón de la capital francesa. La muestra ha sido organizada con motivo de la celebración de los Juegos Paralímpicos que arrancan mañana en París y podrá verse hasta el 11 de septiembre, una cita más que reveladora para entender la relación entre deporte y discapacidad. En ella, un gran protagonista, Guttmann, un médico quizá no tan conocido como debería, un hombre de firmes convicciones cuya escultura se encuentra a la entrada del hospital militar de Stoke Mandeville, a una hora de la capital inglesa, erigida en reconocimiento a un hombre fuera de lo común con la firme convicción de que las cosas no tenían que seguir como hasta entonces. La vida, para él, ya había tenido algunas complicaciones.
Nacido en la Alta Silesia el último año del Siglo XIX, el doctor Guttmann huyó de Alemania en 1939, cuando los nazis prohibieron a los judíos ejercer la Medicina. Se exilió a Inglaterra, donde fue acogido, y cuya nacionalidad adoptó en 1945, y recibió del gobierno británico la poco gratificante tarea de responsabilizarse de los pacientes con graves lesiones de columna vertebral. La guerra había dejado un número muy elevado de combatientes jóvenes con estas lesiones, postrados en sillas de ruedas o en camillas cubiertos de yeso. Condenados a la inmovilidad, la mayoría fallecía al poco tiempo por problemas infecciosos y septicemias.
El neurocirujano decidió atacar al que consideraba el enemigo mortal de sus pacientes paralíticos: la inmovilidad. Para luchar contra las escaras que mataban lentamente a sus enfermos, ordenaba darles la vuelta cada hora, les hacía sentarse e incorporarse en la medida de sus posibilidades, algo inédito hasta la fecha. Observó además que sus pacientes jóvenes y aburridos empezaron a jugar en las dependencias de Stoke Mandeville a una especie de futbol en silla de ruedas con las escobas del hospital y una pelota. Enseguida se dio cuenta de los beneficios del deporte en el estado de ánimo y físico de sus pacientes y organizó una competición de tiro con arco y jabalina (eran los deportes con menos incidencia en parálisis en los miembros inferiores) e introduce por primera vez la práctica deportiva regular como terapia y vehículo reeducativo.
La ambición de Guttmann no se limita a salvar vidas y cortar las septicemias. Su idea resulta radical en aquel momento: es la primera persona que no solo desea sanarles, pretendía reintegrar a los discapacitados en una sociedad que había excluido a quien tanto había hecho por ellos. Con el deporte, sus pacientes recuperan músculos y autoestima, se identifican con ese espíritu de lucha británico que habían demostrado en el frente, solo que ahora el enemigo era su propia enfermedad.
Guttmann ha pasado a la historia como el organizador del primer evento deportivo para personas discapacitadas, que tuvo lugar en Stoke Mandeville y en el que compitieron 16 de sus pacientes un 29 de julio de 1948. Una fecha que el médico escogió cuidadosamente, ya que ese día se inauguraban los XIV Juegos Olímpicos de Londres. Su sueño era que los juegos de Stoke Mandeville, como son conocidos mundialmente, se convirtieran algún día en su «equivalente». En 1952, se inauguraron los primeros Juegos Internacionales de Stoke Mandeville, pues un equipo de veteranos holandeses se unió a los británicos. Tan solo dos años después, competieron en ellos representantes de 14 países. La mayoría de los participantes, soldados paralíticos, procedían de hospitales o centros de rehabilitación cuyos responsables médicos habían seguido el ejemplo del Stoke Mandeville, incluyendo el deporte en sus programas.
A partir de 1960, los Juegos de Stoke Mandeville dejaron de tener fines terapéuticos y se convirtieron en competiciones deportivas para discapacitados. Cuatro años antes, el COI les concedió estatus olímpico. Se vuelven cuadrienales y se organizan justo después de los Juegos Olímpicos, en la misma ciudad o en el mismo país. En Roma, el Papa Juan XXIII puso a Ludwig Guttmann el sobrenombre de «Coubertin de los paralizados». En 1984, pasaron a denominarse con efecto retroactivo «Juegos Paralímpicos», no por su origen (a menudo se piensa en la parálisis o paraplejía que afectan a muchos de sus atletas) sino para enfatizar que se trataba de una competición paralela a los Juegos.
Seúl 1988 ratifica la organización conjunta, aunque separada, de los Juegos Paralímpicos por parte de la ciudad organizadora de los Juegos Olímpicos. En 2001, el COI y el Comité Paralímpico Internacional (IPC) firmaron un acuerdo destinado a perpetuar la obra de Ludwig Guttmann, fallecido en 1980 de un infarto a la edad de 80 años. El médico escribió su propio epitafio: «Si algo he hecho bien en mi carrera es introducir el deporte en la rehabilitación de personas discapacitadas».
Cuando los Juegos Olímpicos regresen a Londres en 2012, Inglaterra lo vive como una especie de «regreso a casa» y los Paralímpicos viven un éxito todavía hoy incomparable. Veremos a ver qué sucede en París. Se vendieron entonces 2,42 millones de entradas (sobre 2,5 millones disponibles), los eventos se retransmitieron en directo en las principales cadenas, los resultados fueron noticia, la ceremonia inaugural batió récords de audiencia, los medallistas se convirtieron en personajes públicos que la televisión promociona como «nuevos héroes». Por primera vez, compiten atletas con discapacidad intelectual. Una de las mascotas del evento se llama precisamente «Mandeville».
La mascota de los Paralímpicos de París es un frigio prácticamente igual que su hermano gemelo de los JJOO, si bien, en lugar de su pie derecho, lleva una prótesis equipada con una pala deportiva que le permite correr o saltar. Al parecer, tendrá un papel protagonista en la ceremonia que tendrá lugar mañana en la Plaza de la Concordia y en los Campos Elíseos, evento oficial de apertura de los juegos que se desarrollarán hasta el próximo 8 de septiembre. Durante 11 días de competición se disputarán 549 eventos con medalla (271 masculinos, 235 femeninos y 43 mixtos) en los 22 deportes que forman parte del programa paralímpico. La capital francesa reunirá a 4.400 deportistas con discapacidad física, intelectual, visual y parálisis o lesión cerebral llegados de 182 países, cita a la que España acude con 137 atletas más siete de apoyo. La Casa Real ha anunciado la presencia de la Reina Letizia en la inauguración de los Juegos y permanecerá en París unos días para apoyar a los atletas españoles.