Moda
Una cena de gala sin gala
Curiosidades y estilismos en una noche con moda de corte «telón de acero» en la que Doña Letizia reinó en todos los sentidos
Imaginamos que el código de vestir indicado en la invitación a la cena de la OTAN en el Palacio Real ayer noche en Madrid, no sería de gala, pues en tal caso nadie habría cumplido con el protocolo. La Reina Letizia fue la mejor vestida de todos los invitados en un evento en el que reinó una moda de corte «telón de acero».
Vestidas más bien tipo cóctel, ellas. De traje oscuro y corbata, ellos. La noche de ayer fue un despliegue de señores de negro con corbata azul y un desfile de señoras con atuendos poco agraciados. Únicamente la Reina brilló impecable repitiendo un vestido midi de tafetán de The 2nd Skin, una marca propiedad de dos geniales diseñadores que unió en su día Angel Schlesser al trabajar juntos en su taller.
Juan Carlos Fernández y Antonio Burillo tienen la suerte de que nuestra Reina vuelva a confiar en uno de sus vestidos con mayor repercusión, un modelo midi negro que le favorece y defiende a la moda española. El vestido lo estrenó en los premios Princesa de Asturias del año pasado. Reciclando e impecable con moda española. Así da gusto.
Doña Letizia completó su atuendo con los pendientes de chatones de la Reina Victoria Eugenia y con una de las pulseras de Cartier de las joyas de pasar, junto a su anillo habitual. Los zapatos, del canario y maravilloso Manolo Blahnik. Guapísima y en un punto medio importante para recibir con dignidad a todos los invitados, sin exagerar en elegancia ni accesorios para no hacer de menos a las invitadas que pudieran meter la pata.
Y la pata metieron muchas de las invitadas. Para empezar, Jill Biden, con un traje de chaqueta y pantalón blanco, que parece poco protocolario para la situación, un atuendo que de hecho había llevado Doña Letizia por la mañana, cuestión que ha causado charla entre ellas, aparentemente. Por mucho que fuese de corte esmoquin, no daba la talla y estaba muy lejos de acercarse al protocolo para toda una cena en el impresionante Palacio Real de Madrid. Porque no hay muchos palacios comparables en el mundo, y recordemos que en Versalles no hay muebles y que Buckingham es una cursilada pretenciosa y decadente.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, acudió con un traje de chaqueta negro muy austero, incluso diríamos que pobre. Demasiado «Carmena» en su época de alcaldesa. Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca, escogió un tremendo vestido de corte «papel Albal» con mangas jamoneras que acentuaba aún más su «mostrador» o frutero.
Brigitte Macron lució un bonito vestido verde esmeralda bajo la rodilla y fruncido en el cuello, que, no obstante, no le favorecía mucho. Ella, que siempre acierta con sobresaliente, esta vez pasó desapercibida. Llegó con un Macron que había escogido un «terno» de traje con chaleco, con más empaque que los demás invitados.
Impactantes y como vestidas en la Rusia de los años 50 o 60, llegaron la esposa de Egils Levits, el presidente de Letonia, con un vestido tableado y zapatos de institutriz rusa. La esposa del presidente de Rumanía, vestida de Rosa, iba especialmente pasada de moda. Linda Rama, la esposa actual del primer ministro de Albania, iba indescriptible en blanco y negro, con falda de look «chandal», casaca de corte irregular y unos zapatos que la hacían parecer patizamba. Un caso.
Las invitadas aligeraron mucho el código de vestir, pero entre las que escogieron mejor su atuendo estaban las esposas del presidente de Polonia y la del primer ministro belga. La única invitada que se acercó a poder rivalizar con Doña Letizia fue Mareva Grabowski, la esposa del primer ministro de Grecia, Kyriakos Mitsotakis.
La pareja griega brilló tanto por sus atuendos como por sus físicos, además de ser un dúo que posee una excelente formación y experiencia profesional. En fin, fallaron las esposas de Costa, de Boris Johnson, de Justin Trudeau y de Mario Draghi. Hay que reconocer que la moda la dominan mejor las señoras de pocos países y que esos países están casi todos bañados por el Mediterráneo.